Skip to main content

Full text of "La batalla de Caa-Guazu"

See other formats


^ 5 - ? 







8 # 8 8 8 8 8 88 8 8 8 8 8 8 888 88 # 



Fiel á sus tradiciones y á la gran- 
deza de su origen, la poesía se ha 
elevado siempre pura entre nosotros, 
ante la imagen de Dios, las pompas 
de la naturaleza, el pensamiento fe- 
liz del magistrado y las hazañas del 
guerrero. Sus inspiraciones hijas 
del entusiasmo nunca se consagraron 
á ídolos de lodo. Jamas obtuvo el 
mandón atrevido que nuestros poe- 
tas cantasen sus desvarios ni profa- 
naran sus labios con la adulación. 
No, no hemos visto lira alguna con- 
fundirse en el polvo. Y justo es re- 
conocer en honra de nuestros bar- 
dos, que cuando la titania tan fecun- 
da en seducciones ha buscado en es- 
tos tiempos de lucha el apoyo de la 
inteligencia para justificar el mal, la 
musa de la patria se ha mostrado al- 
tiva é independiente. Sus nobles 
cantos han iniciado el apoteosis de 
los que murieron por la libertad, y 
abierto un sendero de gloria á las 



♦ 






legiones que combaten bajo la ense- 
ña de la civilización. 

Cuando supimos cpie el autor del 
poema que lioi publicamos iba á can- 
tar la jornada de Caaguazú nos ale- 
gramos cordialmente. Le pedimos 
que nos permitiese agregar nuestra 
humilde ofrenda de patriotismo al 
presente que hace á los vencedores. 

Sin pretender lastimar la mo- 
destia del autor, queremos acompa- 
ñarle en su carrera poética antes de 
ocuparnos del análisis del presente 
poema. Y aunque no poseemos el 
secreto de sus inspiraciones, sabemos 
que las mas de ellas son debidas á 
momentos, de dolor lejos del cielo 
de la patria. 

Sus pocos años no le eximieron 
de padecer en una cárcel los tor- 
mentos y las vejaciones de un cri- 
minal. Buenos Aires sentía sobre 
sí la mano de hierro que hoi la des- 
pedaza. Quien odia por inclinación 
la inteligencia y la persigue, quien 
se ha educado detestando las glorias 
nacionales, debía mui luego desple- 
gar ese sistema de proscripción y 
duelo contra el saber y la bravura. 

Delatado por su imaginación el 



o 



joven poeta vióse pronto encerrad© 
en un calabozo. Mas feliz que el 
tirano que había ordenado su prisión 
encontraba él en el estudio y la re- 
flexión el olvido de sus pesares. Le 
acompañaban dos amigos del infor- 
tunio-la Biblia y el Dante. Su es- 
píritu liuia sobre las alas de la fanta- 
sía de aquel lúgubre sitio. Quizá 
nos cuente algún dia las espansivas 
revelaciones de la musa durante su 
cautiverio, fíoi solo sabemos por 
el Cristiano Preso que sufría con 
valiente resignación, sin que pene- 
traran en su alma eJ odio ni la ven- 
ganza. 

u Anima el corazón dulce esperanza 
una luz <ie los cielos descendida 
Auyentn de ir i cárcel denegrida 
EJ lúgubre capuz! 

‘‘Lejos de mi rencores y venganza, 

T>e tu bruzo instrumento es el tirano 
No puedo aborrecer al que es mi hermano 
Perdónalo Jesús!** 

Una mano querida rompió sus 
prisiones. Infeliz! le aguardan mo- 
mentos de prueba para los que su 
corazón no está preparado. Las vi- 
cisitudes de la vida van á empezar 
para él. Iloi todo es solaz en torno 
suyo, caricias maternales, ilusiones 
de la juventud. Mas llegará ea bre- 



ve el momento en que halados y 
sueños se disipen. En breve ex- 
clamará : 

* ‘Dichoso ef que siempre miró de sus lares 
El fuego sagrado que amor encendió , 16 

Forzado á huir de la persecución 
partió para los Estados Unidos. 
Mui pronto hallóse en medio del 
océano contemplando de cerca la 
Omnipotencia divina. Su suave 
sonrisa en la bonanza, su tremenda 
ira en la tempestad. Fué entonces 
que trazó á la trémula luz del com- 
pás las sentidas estrofas al rosario, 
^n una de esas noches de memoria 
ingrata, según la expresión del 
poeta : 

Olí nudo Sn tan el libro del destino 
Gozoso lleve al juicio divinal, 

Tu borrarás sus páginas horribles 
Y el fiel de la balanza inclinarás. 

El proscripto desembarcó en el 
puerto de Salem, ciudad de religiosa 
memoria, y á cuyas inmediaciones 
llegaron también un dia, en calidad 
d,e peregrinos, los fundadores de la 
Nueva Inglaterra. Hijos de las 
ilustres casas de la vieja Albion, víc- 
timas de la fé perseguida, derribaron 
con sus manos delicadas montes vír- 
genes, para echar los cimientos de 



V 

líti a nueva patria. Levantaron los 
muros de aquella ciudad á imagen 
de la antigua Jerusalem. 

La huma nielad ha tenido en todos 
tiempos sus defensores y sus márti- 
res. Antes la fé ahora la libertad. 
El eíelo que hizo triunfar al creyen- 
te no reusará hoi su gracia al opri- 
mido contra el opresor. 

Ahí está el joven en lafpaitria de 
Peen y de Washington. Atún do 
nuevo y desconocido para él, donde 
no le es dado esperar protección ni 
apoyo. Sin caudal, sin amigos, 
¿quien querrá responde] 1 si llama? 
Las privaciones que le rodeaban no 
le hicieron desmayar. Logró que 
le admitiese en el número de sus 
socios una sociedad religiosa y lite- 
raria, á la cual presentó algunos tra- 
bajos que fueron aprobados. Cono- 
ció que estaba en un país donde podía 
cultivar su inteligencia con ventaja. 
Do di cose á aprender la lengua in- 
glesa : leia los economistas y fami- 
liarizóse mas y mas con los grandes 
poetas italianos consagrando muchas 
horas al estudio grave de la historia. 

Las páginas de la Biblia le inspi- 
raron en esa época las notables me- 



vi 

Iodias hebraicas que el público co- 
noce—Belzhazar y Jlbsalon, frutos 
de sus paseos solitarios desde la al- 
dea en que moraba hasta Salem. 
Ambas producciones bastan para 
admirar en su autor los dotes incon- 
testables de poeta. 

En e limpio festín 

i','-* * El Kei Btlzhazur estaba 

Con la corona en las sienes 

Y sobre un trono de piula. 

Y damos y c or tesan as , 

Y toda la sierra gret 
Se postraba 

Y exclamaba 
Gloria al Rei ! 



El gozo de los tiranos 
Es cual fosfórica llama, 

Que en la noche tenebrosa 
De las tumbas se levanta* 

Solo un instante es la tierra 
De sus caprichos esclava; 
Pero él pasa y sus verdugos 
Son polvo, gusanos, nada. 

En tanto ai mísero Rei 
La pena y terror desmayan. 
Busca á los suyos y encuentra 
Solo á Daniel que le hablaba; 
Rúes damas y cortesanos 

Y toda la sierva grei 
Se ahjaba 

Y es clamaba 
Ay del Reí! 



De su palacio á ¡a puerta 



Vil 



El Re i David se asomó, 

A sus siervos preguntando 
Sj el mancebo se salvó* 

Ay mi A b salón! 

Aquel del lindo cabello. 

Aquel hermoso garzón 
De mi vejez esperanza 
De Israel nd ni i radon* 

Ay mi Ah salón! 

Visitó mas tarde Providencia ciu- 
dad igualmente histórica, y de a|íí 
pasó á New Yorlc, donde se ocup'<> 
en escribir un opúsculo sobre la 
cuestión tejana. 

Fácil sera de comprender cuan 
hondas impresiones sentiría en pre- 
sencia de la asombrosa actividad, del 
movimiento civilizador que allí rei- 
na, de la inmensa riqueza industrial, 
debido todo á la cordura de institu- 
ciones hábilmente combinadas por 
el espíritu democrático. Las liber- 
tades públicas bajo la custodia de 
ciudadanos orgullosos de su manda- 
to. La prosperidad común resulta- 
do infalible de una sana organiza- 
ción política. ¿ Como prescindir 
entonces de volver los ojos hacia 
esa patria infeliz de cuyo suelo ya 
había desaparecido toda condición 
de vida y sociabilidad, y en la que 
mas tarde debía el Poder mismo ha- 
cer rodar la cabeza del Presidente 



viii 

(le la legislatura, en el seno de Isf 
asamblea para ostentar el desprecio 
(jue por la ley tiene í Cruel é in- 
comprensible destino el de la patria 
nuestra ! Hermosa como los ricos 
campos que la sirven de alfombra, 
magestuosa como los rios que la cir- 
cundan, generosa por demas con su 
sangre y sus caudales, y ahora solita- 
ria, abandonada, una tumba á cada? 
paso, la desolación en el bagar do- 
méstico, el hombre apoyado en el 

brazo trémulo de la esperanza ! 

Vivid pocos meses en New York. 
Embarcóse y partió para el Brasil, 
Ya no son las nevadas sierras, ni los 
sombríos pinos que dominan las cer- 
canías de Salem. Escenas nuevas 
de una naturaleza virgen y engala- 
nada desplcgánse ante sus ojos.- 
Mansion deliciosa para un poeta me- 
nos desgraciado que el nuestro! En- 
contró allí á su antiguo y generoso 
protector el Sr. D. Santiago Váz- 
quez cuyo nombre no puede pro- 
nunciarse sin respeto y gratitud,, por 
todo argentino amigo de la libertad 
y la civilización. 

Graves cuestiones en el orden po- 
lítico se agitaban á la sazón en esta 



IX 

república. La influencia de liosas 
liabia desaparecido, y con ella la 
proscripción. 

Trasladóse entonces á esta capital, 
y al poco tiempo aceptó la redacción 
del Nacional, ariete poderoso que 
ha abierto anchas brechas en el edi* 
ficio de la (irania. Una tarea de es- 
te género trae consigo sinsabores, 
responsabilidad y compromisos que 
los hombres de honor comprenden 
fácilmente. El joven escritor la de- 
sempeña solo tres años ha con una 
fuerza de voluntad que le honra, y 
con una facilidad poco común ha 
ventilado cuestiones vitales de que 
ha sido teatro la prensa en la última 
época; manteniendo al mismo tiem- 
po, á título de colaborador, una cor- 
respondencia activa sobre las cues- 
tiones del Plata con el Jornal de 
Gomercio del Rio Janeiro, en cuyas 
columnas aparecen sus cartas des- 
de 1839. 

Un sentimiento de justicia nos lia 
hecho olvidar al poeta por el es- 
critor público. 

El que habia cantado las glorias 
de Corrientes, el que habia derra- 
mado lágrimas y flores sobre la tum- 

4 



X 

Ija de Pago Largo, y pedido al cíe- 
lo y á los hombres venganza para 
las víctimas que alié duermen, título 
tenia para entonar el himno de ex- 
piación ante los altares de la victoria. 
IVi podía ofrecerse tampoco asunto 
mas digno de la poesía que el entu- 
siasmo y la constancia de un pueblo 
cuyos hijos han regado con sm san- 
gre los campos todos de la Repúbli- 
ca, por la causa mas noble, desde el 
Mocorelá hasta el pié de los Andes, 
desde Bolivia hasta el Gran Chaco. 
Un pueblo que se lia mantenido in- 
conmovible á despecho de la barba- 
rie victoriosa; donde todo es común, 
emociones, sacrificios, inteligencia; 
donde el humilde campesino sentado 
á la sombra de su palmera sabe y al- 
canza á la par del primer .magistrado 
que hoi no lidian ambos por un ca- 
pricho ni por intereses vanos, pero 
sí por salvar un principio de moral y 
de justicia, por conquistar un pacto 
que ponga a la nación al abrigo de 
las demasías de los ambiciosos. Un 
pueblo que asi obra es llamado á 
consumar grandes hechos en el dra- 
ma de la revolución. Oh! nada es 
mas digno de ser cantado! Sigamos, 



;Xt 

pues, al poeta en su patri ótica inspi- 
ración, como le liemos acompañado 
en su cautiverio, al (caves del océa- 
no y sobre la playa extranjera. 

Mas que un poema el presente es 
una reunión de cuadros análogos des- 
tinados á dar una idea poética del 
suceso que toma por asunto su autor. 
¡Un poema! Virjilio, Dante, Ca- 
iiioens, Ercijla. Asi se llaman los 
que escribieron: poesna| al frente de 
sus epopeyas inmortales. ¿Quién 
será hoi el atrevido que ponga esa 
palabra delante de sus producciones 
incompletas, -escritas de carrera, 
pensando en el poder que cae hoi y 
en reunir los elementos para conti- 
nuar la lucha mañana? ¿Cuando to- 
do es ruido en torno nuestro, cuando 
se oye el estruendo del canon, el sil- 
bido de la bala, en un combate en 
que va el honor, el ínteres de una 
causa, la vida de un hermano, el por- 
venir? 

No, no es posible en nuestro tiem- 
po el poema, ni el autor del presen- 
te denomina su producción asi por 
creerla de la familia de las de Virji- 
lio y Ercílla. No, él conoce dema- 
siado las exigencias de aquella forma 



tí\\ 

para cometer semejante error. En 
la mudanza de las cosas actuales, en 
la reforma incesante que esperi men- 
ta la sociedad quedan con frecuencia 
los nombres cuando ya las cosas 
han cambiado. El poema sobre la 
batalla de Caaguazú, y los modernos 
que se le parecen, son en poesia, lo 
que en los ejércitos de ahora el ar- 
ma y el uniforme del soldado con 
respecto á la armadura del guerrero 
de los tiempos caballcrezcos. El 
poema épico como la catedral gótica 
quedan para admiración. No es da- 
do al artista ni al poeta de hoi re- 
producir tanta grandeza. Son las 
armas de Rolando. Nadie las toque. 
El tiempo nos impele sin piedad. 
El rio de la vida moderna es un tor- 
rente que nos arrebata. ¿Quien, 
pues, será bastante fuerte para man- 
tener serena en esas aguas su frágil 
barquilla, para escribir millares de 
octavas épicas como Ercilla ó Lope de 
Vega? Es condición inherente á núes 
tro modo de ser. El Altísimo poeta 
no cabe entre nosotros. La socie- 
dad no le admite. A otros tiempos, 
otras costumbres. -A una civiliza- 
ción imperte cía y que quiere desen- 



xin 

volverse en medio de las tormentas 
civiles, una literatura, una poesía 
transitoria, lijera, capaz de llenar las 
exigencias del momento; que salude 
al vencedor, que llore sobre el ven- 
cido, que aliente la esperanza de los 
buenos, sea inexorable con el crimen. 
Vendrá tiempo sí en que el drama 
actual se desenlace, trayendo quie- 
tud, civilización, harmonía, y enton- 
ces el poeta abarcando en su mente 
las escenas de lo pasado, evocará el 
genio de las altas inspiraciones, y 
entonará la epopeya que empezó al 
rededor del monumento de 1810 . 
Entonces, oh! poetas de la patria, 
vuestros cantos serán regueros de luz 
que ilumine al bardo americano en la 
inmensa noche que le dejamos. 

No son por otra parte los episo- 
dios de una acción que recien nace 
ios que pueden dar margen á una 
epopeya. Esta no se contenta 
con hechos aislados. Necesita de 
una época entera, de la humanidad á 
veces, Hornero, Dante. Una batalla 
ganada es un simple episodio, y una 
victoria llámese Junin ó Iíuzaingo, 
D. Cristóbal ó Caaguazú, no puede 
ser cantada sino con los arrebatos 



grandiosamente líricos de Olmedo y 
de Va reía ó en la forma descriptiva 
de Indarte. 

Veamos como ha procedido el 
poeta al concebir y ejecutar su obra; 
masantes veamos cual es la situación 
nuestra, en el centro que ocupamos, 
cuando la casualidad o la elección nos 
pone las reglas del criterio en la 
mano. 

Buscamos dentro y fuera de noso- 
tros los principios invariables del 
criterio. Los pedimos á la sociedad 
y al arte, y la sociedad y el arte 
nos responden: “no existen." El 
arte solo existe en embrión, trabaja 
por desenvolverse y tomar una for- 
ma; la sociedad dividida por inte- 
re ‘ 'S opuestos, llevada al positivismo 
por la pendiente del siglo, siguiendo 
banderas de colores mui pronuncia- 
dos y diversos á causa del choque 
de las ideas políticas que nos dividen, 
no puede desgraciadamente marcar 
á las obras de la imaginación un solo 
camino, ni exigir de ellas una ten- 
dencia única. 

Cuando llega, pues, á nosotros el 
poeta y nos dice: "he aquí mi obra" 
y nos pide una crítica franca, cir- 



XV 

cunspecta cual la exige el escritor 
(le talento de la imparcialidad ilus- 
t rada- ¿qué habremos de contestarle 
fundado en basas irrecusables? He 
aqui nuestra gran dificultad: deseá- 
ramos vencerla, pero tocamos gra- 
ves obstáculos. 

Apelaremos entonces á nuestras im 
presiones individuales, á nuestro hu- 
milde modo de ver. Diremos lo 
que la conciencia nos dicte ayuda- 
da de los pocos recuerdos de lo 
bueno si no de lo mejor de las litera 
turas mas estimadas. 

El poema de Caaguazú se anuncia 
por unos Preludios, su única intro- 
ducción, su primer canto. Esos 
pensamientos sueltos que se tocan 
por puntos imperceptibles no care- 
cen de novedad, producen efecto. 
Kemedan con propiedad esas frases 
músicas con que el artista gusta ins- 
pirarse, pulsando vagamente las cuer- 
das de su instrumento antes de dar 
paso á la creación de su fantasía. Es 
la revelación que nos hace el poeta 
de un acontecimiento que va á can- 
tar. Su voz suave y harmoniosa, 
como el crepúsculo de la mañana de 
Caaguazú, saluda al guerrero feliz 



xvi 

Heno de fó cu la cansa de la libertad* 
y que despreció los halagos de la ti- 
ranía, por los azares de un destierro 
glorioso. 

En el segundo canto aparecen los 
restos del Ejército libertador atrave- 
sando las soledades del Chaco, de 
ese desierto misterioso donde la na- 
turaleza ha dicho: “el que quiera 
mis tesoros abra con el arado mis 
entrañas, “ Esa llanura que parece 
estéril porque la comparamos con la 
magnifica fisonomía del resto de 
nuestros campos. Creemos que el 
poeta ha sido aqui inferior al cuadro 
que tenia que trazar. Hubiésemos 
deseado que su fecunda imaginación 
se hubiese detenido un momento, y 
caracterizado con algunas pinceladas 
ese suelo especial é ignoto. ¿No 
ha creído mirar la vida y la victoria 
futura en los cuatrocientos guerreros: 
la muerte, la derrota, la pérdida de 
la esperanza en el silencio y la mo- 
notonía de la inmensa llanura? ¿No 
ha creído ver la representación ma- 
terial del duelo actual entre la civi- 
lización y la barbarie, en el combate 
que sostuvo el valiente Salas al fren- 
te de sus compañeros? El loba 



xvíi 

sorprendido repentinamente en su 
toldo y clavando la vista atónita en 
ese grupo de bravos, ¿nada le inspi- 
ra? Ei salvaje pintoresco en su 
ajuar, bárbaro cu sus costumbres, 
audaz en su manera de pelear ha de- 
saparecido completamente bajo su 
pluma, perdiendo asi la ocasión de 
bosquejar una serie de cuadros va- 
riados y nuevos. 

No basta tampoco ajuicio nuestro 
el que las descripciones poéticas de 
un pais como el Chaco, se reduzcan 
á la simple enumeración de algunos 
objetos que contiene, sino que de- 
ben producir en el ánimo del lector 
las mismas impresiones grandiosas, 
el mismo silencioso recogimiento 
que experiméntala en presencia del 
llano solitario, preñado de peligros 
y desnudo de civilización. 

Buscando el hilo de las ideas que 
enlaza e) poeta creemos haber en- 
contrado una de sumo acierto, cual 
es, la de unidad de acción en el dra- 
ma de la revolución que empezó en 
Corrientes. Eos que acampan á las 
márgenes del Paraná llevan igual 
bandera, sostienen igual principio 
que los desgraciados en Famaya. El 

q* 





xviií 

poeta nos trae con habilidad ese re- 
cuerdo en esos bravos vencidos pero 
no desalentados que cruzan el Cha- 
co en dirección á Corrientes, y pone 
la venganza en el corazón del caa- 
dillo principal, del poema por la ma- 
no de una gran víctima de la revolu- 
ción inmolada mui lejos de los eainr 
pos corren tinos. Esta aparición del 
tercer canto: la pintura de la. tien- 
da de campaña bajo la cual medita 
el géfe en la víspera de la batalla, 
nos parece hermosa, sentida, filosó- 
fica, aunque no de una completa no- 
vedad en el fondo; 

“Era igual á las otras una tíendb 
En el bélico campo corren tino, 

Pero eJ blanco y azul del argentino 
La coronaba en ancho pabellón. 



Noches el alma tiene en que vacila 
Entre el ser y no ser, cómo la llama 
Q,ue reluciendo a 1: espirar, se inflama 
Se hunde entre sombras, lanza claridad: 
“Es un profeta el corazón- entonces, 
Em mente se desata de este mundo, 

J>ef porvenir penetra enJo profundo. 

E aun á la tumba logra sorprender* 

“Del cautiverio la abrumante i niégen 
La derrota y Ja pompa de lagloria 
El dogal y el laurel de la victoria 
Sras ojos adormidos creían ver» 



XÍ£ 

Taso la i<T üa en sn tenaz combate, 

K el rostro envuelto se acercó un guerrero 

]>e forma aerea y de talante fiero 

Que uu ¡ ny\ de angustia con dolor la rizó. 14 

Sentimos que el poeta haya acu- 
dido á esas invenciones ya gastadas 
aunque poéticas. La situación de un 
géfe de conciencia y alto corazón 
meditando la víspera de una batalla, 
en el porvenir de la patria, en la 
suerte de cinco mil bravos confiados 
á su honor y á su inteligencia, es por 
sí harto elocuente, sin que sea pre- 
ciso rodearía de incidentes secunda- 
rios que la desvirtúan. La duda, la 
esperanza, el cálculo de las opera- 
ciones, )a vigilancia, la responsabili- 
dad, las promesas de la victoria, las 
amarguras del desastre posible, mil 
otras luces y sombras que cruzan en 
esos momentos la mente del guerre- 
ro al frente de sus 1 ejiones: he ahí 
en parte la poesía de Ja guerra, y de 
i a cual no carece enteramente el 
canto tercero. 

El cuarto canto es el eslabón de 
esa unidad revolucionaria que liemos 
notado antes. En medio de las 
pompas de la mañana al ruido de las 
dianas, y de las voces harmoniosas 



XX 

(le la naturaleza que saludan al día, 
aparece polvorosa y contenta la no- 
ble legión del Chaco, guiada por el 
magistrado de la provincia 13. Pedro 
b erré, por el ciudadano á quien lia 
cabido la gloria de arrancar el pri- 
mero la máscara al dictador de Bue- 
nos Aires, y de demostrar mui tem- 
prano á ios pueblos la necesidad de 
uniformar sus intereses bajo una 
carta constitucional, porque veia que 
se acercaba la época en que ese 
mismo hombre iba á avasallar la re- 
pública haciéndose é! con impuden- 
cia el único, el verdadero centro y 
activo representante de un sistema de 
unidad tiránica, cuyo tipo solo se en- 
cuentra en la Turquía, y que preten- 
de hacer ciegamente dependientes 
de su dominio á las provincias, antes 
de él ligadas por una federación ám- 
plia y espontanea. Y este déspota se 
llama federal! Las tintes de este 
cuadro son risueñas y altas de color 
especialmente en la primera parte. 
Parece que vemos en realidad Ja 
tierra acariciada por el sol, la natu- 
raleza manifestando su alborozo á la 
proximidad del dia. Mui luego ten- 
dremos ocasión de transcribir los 

1 r 



XX i 

trozos que liemos encontrado supe- 
riores íi los demás. 

Llegamos en nuestro rápido aná- 
lisis al quinto de los cantos — El cam- 
po de Echayúe , El poeta nos mues- 
tra la diferencia sensible que media 
entre el campamento délos soldados 
de la libertad, morales y disciplina- 
dos, y el de los tristes esclavos del 
despotismo. El honor y la bravura 
en el uno, el desorden y la disolu- 
ción en el otro. Mientras Eclia- 
gúe se entretiene con su secretario, 
hombre necio y conocido por la ma- 
nía de escribir coplas detestables, 
hieren sus oidos los acentos de un 
soldado corrcntino que canta unas 
trobas á la memoria de Pago Largo, 
llenas de la mas esquisita sensibili- 
dad, capaces de arrancar lágrimas á 
sus propios enemigos. Esta felicí- 
sima inspiraciou que tiene el carác- 
ter y toda la melodía de los Tristes, 
nos ha conmovido. Se nos ha pre- 
sentado la imagen de esas vírgenes 
desgraciadas cuya belleza ultraja 
ahora mismo una mano bárbara en lo 
interior de nuestros pueblos. 

Sangre*- mancha tus arenas 
Sangre que pide venganza 



xxii 

y vengarte mi esperanza, 

Oh! Pago Largo infeliz! 
rira ejj lides inexperta 

Y iué vencida Corrientes, 

Y cayeron sus valientes 
Ln Pago Largo infeliz! 

Es la voz fatídica de Corrientes 
que anuncia á E chagüe su derrota en 
Caaguazú. 

La introducción hecha por el poe- 
ta en este canto del elemento gro- 
tesco nos ha parecido bien calculada. 
Como él algún otro poeta argentino 
le ha introducido con maestría en 
una composición sería. La Cautiva 
y D. Cristóbal tienen páginas con- 
sagradas á describir en el uno al sal- 
vage beodo de la Pampa, en el otro 
los discursos estólidos y cínicos de 
los capitanes de E chagüe. Estas 
sombras, estas figuras desapacibles ó 
ridiculas dan realce á la pureza del 
colorido, á la belleza de las formas y 
noble actitud de los personages prin- 
cipales. Las obras maestras de la 
imaginación; los poemas eternos de 
Homero, Dante, Shakspeare no ca- 
recen de él. Tersytes está al lado 
de Aquiles, Bruneto latino al lado de 
Francesca, y su amante, Falstak al 
lado de Hamlet. 



xxiii 

Ademas ¿cómo prescindir de pin- 
tar lo que allí existía en realidad? 
Una turba indisciplinada, avezada al 
mal, un géfe inepto rodeado de in- 
dias y acompañado de un hombre que 
le sirve á la vez de consejero y de 
bufón? ¿Debia ser presentado este 
cuadro bajo distintas formas, con co- 
lores distintos? Creemos que no. 

El sexto canto esta consagrado á 
describir el lance de la batalla. El 
poeta como los generosos vencedo- 
res desplega aqui gran vigor. La 
venganza ciega c implacable vuela 
en todas las direcciones del combate. 
Cada soldado nuestro sabe que tiene 
que vengar á un amigo, á un herma- 
no. Este es de todos los cantos el 
mas dramático, el mas acabado ajui- 
cio nuestro. Citaremos mas tarde 
los retratos de algunos caracteres 
hábilmente delineados. La actitud 
del general, las rede es ion es que ha- 
ce al contemplar la llanura cubierta 
de hijos de un mismo suelo. La 
aparición del genio de Bclgrano re- 
vestido de los atributos de la liber- 
tad republicana é iluminando con los 
destellos de su gloria la mente del 
que íuc su compañero y su disci- 



XXIV 

pulo, forman un hermoso cuadro. 

Viene en seguida el Epílogo- can- 
to algo estenso talvcz, después del 
anterior. El cuadro en que el sa- 
cerdote dá sepultura á los muer los 
nos ha parecido ageno de aquel lu- 
gar. Esa solemnidad religiosa en 
el campo de batalla imprime un ca- 
rácter de lúgubre tristeza que no es- 
tá en relación con la escena. Mo- 
mento vendrá en que la religión in- 
voque al Dios de los Ejércitos por 
los que murieron combatiendo. No 
le haremos igual reproche al poeta 
respecto de la tocante escena de los 
prisioneros. El recuerdo que hace 
de los nuestros, tan bárbaramente 
sacrificados contra las leyes del ho- 
nor y de la humanidad, mientras que 
los vencidos en Caaguazú encuen- 
tran hermanos, y el respeto por la 
palabra dada : este contraste que 

nos pinta el poeta, y las nobles 
palabras del general vencedor hablan 
al corazón. Está dignamente com- 
prendido su carácter, guarda harmo- 
nía con la actitud que tiene desde 
el principio de la acción. 

Este poema es un cuadro al que 
sirven de fondo y perspectiva los ri- 



eos y variados accidentes de una na- 
turaleza virgen. En su primer tér- 
mino la tierra feraz de Corrientes, 
en sus lejos la despoblación miste- 
riosa del Chaco. Gran número de 
personajes, guerreros, magistrados, 
soldados disciplinados y morales, 
turbas hambrientas de botin y desor- 
den, y todos reunidos en un solo 
campo, en una misma jornada y bajo 
estandartes diferentes. 

Cuando quiere pintar el poeta la 
naturaleza inanimada, su paleta no 
tiene mas colores que la descripción 
cuya lei es la naturalidad. La in- 
vención calla al describir; colócase 
en su lugar el gusto , ó ese tacto es- 
quisito que cuida de no agolpar los 
objetos, antes clije y combina los 
mas bellos, buscando siempre la deli- 
cada harmonía en la formación de 
su obra. Dichoso el poeta que tie- 
ne ante sí objetos nuevos que des- 
cribir, para satisfacer el ojo cansado 
y ávido de frescas y lozanas pers- 
pectivas! 

Las aguas que se tiñeron con san- 
gre en la batalla de 28 de Noviem- 
bre, llevaron su color rojizo al sun- 
tuoso Paraná, portento y orgullo de 
1 * 



XXTÍ 

JHiest.ro suelo. ¿Cual es hasta hox 
el cantor inspirado que nos ha reve- 
lado las emociones que es peri menta 
el alma en la fragante y grata 
soledad de sus bosques, en la- mages- 
tuosa corriente de sus aguas? Mas 
sublime pero menos feliz que el 
Missisipí, no- ha encontrado aun el 
Paraná su Chateaubriand! 

Sinembargo, no es en. la parte 
descriptiva, en concepto nuestro, 
donde llaquea esfe poema. Su autor 
es natural y ha dado lozanía á muchos 
de sus cuadros. Pardeemos sí, á 
veces, que ha compuesto su obra 
con precipitación; pues se contenta 
con nombrar objetos que debiera ha* 
cernos conocer, por sus formas, sus 
propiedades y atributos, como he- 
mos notado en los siguientes versos 
del segundo canto : 

Se chocan en. confusión 
El j malí y la serpiente. 

El anta ^ el corzo , ei huron y 
Al galopa r deL caballo. 

Y del sable al estridor. 

Estos cuatro nombres de animales 
sin adjetivos que los califiquen, sin 
posición, sin relación inmediata con 
otras cosas, no son una pincelada de 
poeta; será sí se quiere una fría no- 



XX vil 

liiencJ atura de naturalista, y por con- 
siguiente solo tolerable en la humil- 
dad de la prosa. Pero cuando se 
enamora el autor de los objetos que 
le han descripto los que conocen y 
han visitado el país, cuando concibe 
y abraza con su imaginación las 
harmonías de los colores, déla vege- 
tación, de las aguas y del cielo; cuan- 
do se figura lo grato de las bóvedas 
de verdura que forman los árboles, 
olvídase entonces del tiempo y des- 
cribe con paciencia y con hijo, como 
lo hace en el canto de la Alborada 
y el Abrazo. 

Islas de árboles frutos 
Misteriosas se levantan 
En medio de las lagunas 
Que los juncos engalanan. 

Islas do nunca penetran 
Las gentes de la cabaña 
Que las juzgan inviolables 
Y por los genios guardadas 
Que vigilan en sus grutas. 



Tupidas enredaderas 
Sus fuertes ramas enlazan 
Fo r m a n d o cam pe st res bóvedas 
Que como estrellas esmaltan 
De oro y purpura botones 

Y de la tierra se alzan 
Mu sgosos y viejos troncos 

Y e u torno grotescas plantas 
Hasta esconder su corteza 
I’ui'ásitas lus abruzan. 




xxvm 



Y en t*l cenagoso cutero 
K1 i l is de sus cScnmtis 
Refleja aJ sol la serpiente* * * . 

Si pasamos de la descripción de 
la naturaleza material á la de||rip- 
cion filosófica de algunos caracteres, 
encontraremos algunas fisionomías 
iiábilmente delineadas. Ya hemos 
citado el trozo en ej ne el poeta nos 
pinta al general vencedor bajo la lo- 
na de su tienda, la víspera de la bata- 
lla, y en el cual ha i pensamientos 
gráves y dignos del personage y del 
momento. Kl campo de £ chagüe y 
el 28 de Noviembre nos muestran 
algunos retratos felices y variados, 
cpie se comprenden sin esfuerzo y 
quedan grabados en la memoria. El 
hombre rudo del bosque, ciego ins- 
trumento de una política bárbara, 
enemiga de civilizar, porque solo 
aspira á reinar sobre la ignorancia, 
istá .perfectamente pintado: 

Pequeños los ojos, estrecha In frente, 
Membrudo su cuerpo do forma brutal, 

Su estúrnugo vela, dormito su mente 
Los mueve el azote ó el goce carnal. 

Este personage original y poético 
debia presentarse a menudo á la ima- 
ginación del autor, mui cspecialmcn- 




XXÍX 

te en los momentos del combate. En 
el está descripto asi el horrible 
montaraz: 

Era membrudo tic deforme traza 

Y cerdosas guedejas Je colgfilmii, 

Y como h rasas de carbón crispe aban 
fe lis torvos ojos en cobriza faz* 



Pocas estrofas mas adelante ha- 
llamos en contraste un retrato de no 
menos Ínteres en que se asocian los 
tintes de la bravura con los de la me- 
lancolía. 

Para las lides del amar formado 
Era su rostro pálido y doliente 

Y su mirada activa y elocuente 
De la muger fatal al corazón* 

Su rica veste de escarlata y seda 
Nuevo realce (i sus encantos daba 

Y la madre tjue ausente le lloraba 
Su destino infeliz vaticinó* 

El gallardo mancebo no puede 
menos de interesar. Se deseara tal 
vez que escapara al filo del arma ho- 
micida para ver desmentido el tierno 
presentimiento del corazón maternal. 
Mas era preciso que la victima fuese 
digna del altar, la espiacion á la al- 
tura de la ofensa, y por eso el poeta 
preséntalo en holocausto á los manes 
de Itero n. 



XXX 

La compasión no es un sentimien- 
to que nace en el calor de la pelea: 
corona sí la victoria, pero ni la prece 
de ni la detiene. La belleza, el mé- 
rito, son allí el blanco de todos los 
golpes, porque no hai otro empeño 
entonces que el de abatir al enemi- 
go. Asi en el épico latino sucumbe 
el joven Turno sin que puedan gua- 
recerle de los dardos de la muche- 
dumbre ni su diestra ni su escudo. 

Erg o nec dipro juvenis subsistere tantum 
Ncc dt'i irá vd/ct, injcctis sk indique lelis 
Obruiíur ((ií 

Concluiremos— En las observacio- 
nes anteriores hemos querido pre- 
sentar la obra del poeta cual la he- 
mos podido comprender. Pensába- 
mos echar una rápida ojeada sobre 
sus producciones literarias, calificar- 
las según nuestro humilde modo de 
ver; pero conocimos luego que no 
correspondía á este lugar semejante 
tarea. Sinembargo, diremos de pa- 
so, que el carácter de su poesía no es 
el arrebato lírico, instintivo, que no 
se sabe de donde viene, el mens di- 
vinior de Horacio. Su inspiración 
es filosófica, sentimental, y su obra 
que se desenvuelve lentamente no 



sxxi 

carece de harmonía ni de lógica en 
sus partes. Solo hemos creído no- 
tar la ausencia de aquellas chispas 
de la fantasía que iluminan un cua- 
dro con una luz inesperada y des- 
lumbrante, Ha ensayado con suce- 
so todos los géneros, sin escluir la 
sátira mas punzante. Deseáramos 
verle en el drama donde no dudamos 
seria feliz. 

Nada mas arduo ni mas fácil al 
mismo tiempo que el criticar las 
concepciones agenas. Nada mas 
arduo, porque como dijimos antes, 
carecemos entre nosotros de una 
pauta invariable para verificarlo. Na- 
da mas fácil si la crítica se convier- 
te en índice envidioso que señale 
los instantes de lasitud ó las man- 
chas que afean toda creación hu- 
mana. 

Si fuese obligación nuestra, y de 
la tarea que nos hemos impuesto de- 
cir el mérito que tiene, y el lugar 
que debe ocupar entre las obras de 
nuestro arte el poema de Caaguazú, 
diriamos, que, en todo él domina el 
sentimiento puro del patriotismo: 
que tiene la única unidad conque se 
aviene la naturaleza de su asunto, y 



XXXÍÍ 

que debe ocupar un lugar distingui- 
do en esa galería poética en que la 
musa de la actual revolución va colo- 
cando con el nombre de sus aconte- 
cimientos propicios ó fatales, esos 
cuadros que miraremos con amor y 
enternecimiento, el día que la Pro- 
videncia nos de libertad y reposo en 
el seno de la patria. 



Juan Tlioinjisoif- 



Monde video, Enero de 1842. 






I* 



Ztodtffó dádmela g-wc sie-nío 

Üfamí alma esíremecida y altada 
Arder Ja inspiración. 

J* M. Heredia*— Oda al Níagará. 

He soñado muchas veces contigo. 

Byrosí,— A postrofe al Monte Par- 
naso* 

El arpa venga de tas cnerdas de oro 
Junto a mi pecho libre de congoja* 

Que ya en Corrientes la bandera roja 
Miro postrada ante el pendón azul ; 

Y los cántos de esplendida victoria 
Ahogar recuerdos de dolor amargo, 

Y con palmas cubrir de Pago-Largo 
Las siemprevivas y el funéreo tul 

Salud ¡ oh Patria 1 la terrible imagen 
De esclavitud, tus sueños de esperanza 



no auyentará, que en Caa-guazú la lanza 
lia roto de) esclavo el fuerte Paz* 

Y hoy no se muestra con la sangre altivo 
Que en la batalla ó el cadalso vierte 
El patriota infeliz, temor de muerte 
Con sudor baña su amarilla faz* 

El himno suene con que el sacro vate 
Los negros genios del sepulcro espanta. 
Cuando oprime la trípode su planta 
Y hace hablar su cabeza y corazón* 

Avellaneda, amigo de mi infancia 
Cubas, Dulce, González, A cha bravo, 
Vuestras cabezas del horrendo clavo 
Viene airado á arrancar un vengador! 



Por dos 1 asiros cautivo infortunado 
Henchidas copas de mortal veneno. 
Vertió tenaz el déspota en tu seno 
Que resistia impávido al dolor. 

Poder oculto !e estorbaba el brazo 
La tumba abrirte el bárbaro quería. 
Tu cuello derribar, y no podía, 

Que para su obra te guardaba Dios- 

Y á mi también, desconocido joven 
El sol un calabozo me robaba, 

Y allí tonos de gloria modulaba 
Para el héroe que via en mi ilusión. 



Cuando humillada tu razón creía 
Dijo entre sí: “su condición de bravo 



( 3 ) 

No habrá muerto en el pecho de mi esclavo 
Cual sus otras virtudes, la prisión. 

“Arrastre libre de adalid la espada, 

Y guiará, cual otros, mis legiones, 

Si intentase romper sus eslabones 
Mi cautiva, esa mísera nación.” 

Y te llevó k la cumbre de su orgullo 
Fiero exclamando “tus miradas gira 
Es mío todo cuanto aquí respira, 

Dobla tu frente y reinarás también. 

fí Que cual amo esos pueblos me obedecen 
A quien el Plata en su raudal da nombre, 

Y todos son mis siervos, no hay un hombre, 
Tú solo retarlas mi poder? ” 

Y tu alma noble despreció al tirano, 
Escuchando á la patria que gemía, 

Y él no pudo alcanzar que un solo dia 
Incienso derramases en su altar. 

Y los lazos rompiendo que aun te ataban 
Bajo el dogal del infortunio, altivo 
Trocaste la librea del cautivo 

Por la divisa del proscripto- audaz- 



Y cuando nadie creta 
en la patria que espiraba, 
tu voz profetiea hablaba 
diciendo m , “en la patria creed. 

Por que ya terrible suena 
al vil tirano su hora 
y ya lo reta señora, 

4 la que besaba sus píes. 



( 4 ) 



Corrientes sus hijos arma 
terribles por lo esforzados, 
los convertiré en soldados, 
en su valor esperad ” 

Y por des veces Corrientes 
al invasor debelaba, 
que indefensa fa soñaba 
y se engañó por su mal. 



Por mares dilatados 
la suerte me llevaba, 
en climas apartados 
proscripto mendigaba, 
y con tenaz empeño 
al heroe de mi ensueño 
volvia el corazón. 

Hoy ya lo ven mis ojos 
cual lo soñé en mi idea, 
enti'e hórridos despojos 
de una inmortal pelea; 
alzarse derrepeme, 
ceñida la alta frente 
de lauro triunfador, 

Y rebosando el seno 
de inspiración y canto, 
se oye mi voz cual trueno 
surca mi faz el llanto, 
y el ángel de la gloria 
con palmas de victoria 
vuelve á adornar mi sien, 

Resuenas arpa mia, 
antes de ser pulsada, 
esplendida armonía 



< 5 ) 

cual por un Dios tocada 
y envuelve tierra y cielo 
de oro y azul un velo, 
ven á mis manos, ven* 







LA KOCHC JES MÍE CHICÓ, 






IT. 



Yo y mi potro avanzábamos siempre , 



En nuestra ruta no había ni ciudades 
ni aldeas f sino una llanura desierta 
de inmensa ostensión, gne tenia por 
límites un bosque sombrío 



no había l mella humana /' 

Byropí — Mazzepa. 

B! sol esconde su frente 
entre areboles de gualda, 
y asoma su negra espalda 
la noche por occidente* 

Y polvorosos y fieros 
cruzando por el gran Chaco, 
como sus almas opaco, 
van cuatrocientos guerreros. 

Aquella ingrata llanura 



( 7 > 

i no tiene raudal sonoro, 

n í frutas pintadas de oro, 
ni campiñas de verdura. 

Y de America parece, 
tan rozagante y frondosa , 
crespón que k una frente hermosa 
con su pavor obscurece. 

La noche vierte frescores 
en aquel ancho desierto, 
y asilo brindan incierto 
islas de arboles sin flores. 

Que en arenal sin confín 
están como una irrisión, 
bosquejo de creación 
abandonada y sin fin. 

Marchaban y no a sus labios 
las brisas dieran consuelo, 
que los abrasaba en duelo 
volean el pecho de agravios. 

l Por qué tan tristes marcháis, 
su austero gefe les dice, 
el corazón me predice 
que a un triunfo esplendido vais. 

u Lidiando cual leones bravos 
los Tobas habéis vencido, 
y á vuestro esfuerzo lian caído 
¡j obladas huestes de esclavos, 

í£ Y del Chaco el viajero 
de hoy mas buscará asombrado, 
con rotos cráneos marcado 
v ue s tro gran de de r r o te r o , ’ *' 



( 8 ) 

Y solo el rumor se oia 
del trote de los bridones* 
lloraban los corazones* 
mas nada el labio decía* 



“De Corrientes nobles hijos, 
en cielo de azul y grana, 
os olvidareis mañana 
de acerbos males prolijos. 

“Y dormiréis bajo el techo 
do visteis la luz primera, 
angustias de ausencia fiera 
desterrará vuestro pecho. 

Los lauro! de la victoria 
no os ciñen 3a sien altiva, 
de ellos la suerte os fue esquiva, 
mas ricos volvéis de gloria. 

“Que uno contra diez luchando 
de .Mayo campeones leales, 
sus colores inmortales 
se os ha visto tremolando.” 



Y solo el rumor se oía 
del trote de los bridones, 
lloraban los corazones, 
mas nada el labio decía, 



“Cien cabezas de campeones 
han clavado los tiranos, 



( 9 ) 

y son pasto de milanos 
y de las plazas padrones. 

“Y los pueblos abatidos 
encor ban con miedo el cuello* 
y en la sangre del degüello 
están sus rostros teñidos. 

“Solo Corrientes en pié 
libre y en armas se ostenta, 
y su pendón sin afrenta 
dotar al aire se vé. 

“Tornaremos vencedores 
en sangre infame cubiertos* 
y tumbas tendrán los muertos 
regadas con llanto y flores. 

“Y libres los argentinos 
la blanca y azul bandera, 
verán flamear altanera 
en brazos de corren ti nos. 

“Al fe s ti n de m u e r te v amos 
afilemos nuestras lanzas, 
el día de las venganzas 
vá amaneciendo, corramos." 



Y aquellos pálidos rostros 
fuego do patria encendió, 
y en gritos de atroz venganza 
la falange procuro pió, 
sus caballos apurando 
espacio inmenso salvó, 
en vano sus linfas puras 
claro arroyo les brindó , 
en vano mullida yerba 



2 



{ 10 ) 



al sueño los convidó 
y el algarrobo en sus ramas 
dosel de sombras formó, 
que otra sed atormentaba 
su indómito corazón 
y en vela estaban sus ojos 
con las ansias del furor, 
y del odio la esperanza 
era á su espalda aguijón. 

Como en las noches de invierno 
al escucharse el rumo]', 
del aire que con sus alas 
azota el pardo eondor, 
dejan las aves medrosas 
sus blandos nidos de amor, 
y revolando adormidas 
se chocan en confusión ; 
el javalí, la serpierte, 
c) anta, el corzo, el hurón, 
al galopar del caballo 
y del sable el estridor, 
de su sueño despertando 
se alejaban con terror 
y en su caverna rujia 
despavorido eí león* 

Y hundiéndose en los confines 
el atrevido escuadrón, 
se perdia como nube 
que impele fiero aquilón 
y lleva en su seno el rayo 
que con horrible fragor, 
al hambre anuncia y la fiera 
la cólera del Señor, 






VIL 



“Rey de Morven , dijo Cartkon, he caído 
en medio de mi carrera . Una tumba 
estrangera me ha recibido jóven, el úl- 
timo de la raza de Reutamir. La obs- 
curidad reina en Baldutha $ y las som- 
bras del pesar en Cratkmo. Pero se 
levanta mi recuerdo en las orillas del 
Lora, donde duermen mis padres/* 
Gsiaíí. — L a muerte de Carthon, 

Era igual a las otras una tienda 
En el bélico campo Correntino, 

Pero el blanco y azul del Argentino 
La coronaba en ancho pabellón» 

Sobre la tierra sacudió sus alas 
La muda noche al pensamiento amiga, 

Y .rendido al pesar y á la fatiga 
Buscó reposo el ínclito campeón. 

El sello de su ley natura imprime 
En el rostro del hombre y de la fiera, 



El nos descubre la virtud austera 
Y el indómito génio creador. 

Y del ínclito Paz en la alta frente 
En sus altivos penetrantes ojos. 

En sus labios que avisan los enojos 
O la amistad del noble corazón ; 

La inteligencia y el valor se vían 
Como en el terso rutilante espejo, 
Suele mirarse el cándido reflejo 
De solitaria cándida bel dad * 



Noches el aíma tiene en que vacila 
Entre el ser y no ser, como la llama 
Que reluchando al espirar, se inflama. 

Se hunde entre sombras, lanza claridad. 

Es un profeta el corazón entonces, 

La mente se desata de este mundo, 

Del porvenir penetra en lo profundo, 

Y aun á Ja tumba logra sorprender. 

Del cautiverio la abrumante imagen, 

La derrota y la pompa de la gloria, 

El dogal y el laurel de la victoria 
Sus ojos adormidos creían ver* 

La amistad y la muerte, dos hermanas 
Que en las horas fatídicas se juntan 

Y misterios del alma nos preguntan, 

El génio de los sueños evocó. 

Paró la idea en su tenaz combate, 

Y el rostro envuelto se acercó un guerrero 
De forma aérea y de talante fiero 

Que un ¡ ay ! de angustia con dolor lanzó. 



( 13 ) 



Y con su mano señalando al pecho 
Mostró que estaba roto y que Ja vida, 

Veloz huyera por la horrenda herida 
Para buscar su celestial mansión, 

Y el fuerte Paz lo miraba 
sin comprender la visión, 

y íi sus dudas contestaba 
4Í infortunio ! “ — el corazón, 

“ Me ocultó la piedad con esto velo. 
Comprende quien yo soy, mas sella el Iabio r 
Cerca está la expiación del crudo agravio, 
Yo empujaré tu brazo vengador, 

“ En Tuco man y los nevados Andes 
Degolladas han sido mis legiones 
Sin ser vencidas, y hórridos padrones 
Nobles cabezas en el aire están, 

“El polvo cubre la esperanza mi a , 

A el aguila dcbora la serpiente, 

Tú solo estas en pie, parte valiente 
Tu triunfo y tni venganza á conquistar 

Y aquella sombra velada 
el noble Paz conoció, 

y la rodilla doblada 
vengarían morir juró — 

“ Sangre toda creencia necesita 

Y el mártir á verterla destinado, 

Vá por un ángel de pasión guiado 

Y morir noblemente es su misión, 

o lo comprenden, su portar no mirar* 
Le piden dicha al que el dolor agota, 

De hiel todos lo vierten una gota, 

Nadie tiene del mártir compasión 1 



( 14 ) 



>5 A ti la deba y que mis yertos huesos 
Sepulcro tengan en la patria mia. 

Que soy su mártir ; la fortuna impía 
Nunca mi pecho, me inspiró el error 

“ Para mi frente punzador abrojo 
Guirnalda de arrayan y siempreviva ; 
Para la tuya palmas, dulce oliva 

Y el triunfo de Argentina libertad* 

“ Seis lustros de matanzas y congojas 
Crisol han sido de inmortal destino, 
Cuando muera su bárbaro asesino 
Verás la aurora de su bien rayar; 

“ Y esa noche al hundirse de infortunio 
Surgirán mil gigantes corazones, 

Que brotarán perínclitas acciones 
Como las flores el Diciembre da. 

Será libre, feliz, independiente 
La hermosa entra las hijas de 3a tierra, 

Y encadenada la homicida guerra 

A la concordia un templo se alzará. u 

Absorto el labio quería 
el noble Paz desplegar, 
pero abrirlo no podía 
ni el pié atrevido avanzar. 

A veces dormir creyó 
y los ojos se palpaba, 
inas bien claro conoció 
que no dormía y velaba. 

Y las aguas vé del rio, 
la lunaque en él riela, 
y oye de fiel centinela 
el grito de alerta está . 



( 15 ) 




Y á lo lejos escuchaba, 
de activo gefe de dia, 
que los puestos recorría 
el rápido galopar. 

Mas la visión se alejaba 
y un rastro de luz dejó, 
el clarín del alborada 
y el atambor resonó. 

Y el letargo sacudiendo 
murmuró el adalid fuerte : — 

“ sombra amiga te comprendo 
mañana victoria ó muerte* st 








LA ALBOHADÜ Y KL ABBAZO. 






EY. 



^ los poetas no han exagerado su be- 
lleza ni comp Ictado su p anegiri co . " 

EL idioma de las flores. 

“ Nuestra tierra , el primer jardín del 
árbol de la libertad, ha sido y será 
la tierra del hombre libre 



1 £ La espada, que desnudamos no vol- 
verá á su bahía ; por que está que- 
dó donde yacen nuestros mártires . 

í( Si él reina será sobre nuestras ceni- 
zas y nuestras tumbas . ' 

Campbell.— Himno de los griegos. 

En el campo de Corrientes 
anuncia r o n i as dian as, 
que el alba las verdes cumbres 
trepaba en carro de na car, 
y de aquel suelo de encantos 
la naturaleza varia, 
armonías y colores 



( 17 ) 



á raudales derramaba. 

Al viento dulces canciones 
exalan aves pintadas, 
y á los rojos cardenales 
van mezcladas las urracas * 
de celeste y amarillo 
y de negro dibujadas ; 
los melodiosos caraus 
los cuerws de negras alas, 
los chajás é ipeguazüs 
que ensordecen cuando graznan, 
los brillantes mirasoles 
de pluma roja y dorada. 

Y el courocou se lamenta 

que hace del bosque su alcazar, 
ave hechicera y maligna 
cubierta de blancas manchas ; 
y el blanco y azul callé 
hasta las nubes se alza 
y da saltos la perdiz. 

Y Ja medrosa viscacha 
se precipita en su cueva, 
el tigre su presa abraza, 
el venado y avestruz 
van corriendo la llanada, 
y la iguana y yacaré 
se deslizan por la playa- 
islas de árboles sin frutas 
misteriosas se levantan, 
en medio de las lagunas 
que los juncos engalanan, 
islas do nunca penetran 
las gentes de la cabaña, 
que las juzgan inviolables 
y por los génios guardadas 
que vigilan en sus grutas. 
Corrientes l jardin de magia 
que plugo al Sumo Hacedor 
ornar de joyas y galas, 



3 



( 18 ) 



como á rosal de su huerto 
como á una virgen amada ; 
y sus campos hizo hermosos 
y murmurantes sus aguas 
y dulcísimos sus frutos, 
y á sus hijas un ai magas, 
que el corazón encadenan 
y el entendimiento embargan. 
Pero de todos sus dones 
ninguno cual la alborada 
con que reciben al día 
las aves de la mañana; 
cuando la flor de su cáliz, 
que azules perlas esmaltan 
las lagrimas de la noche, 
perfumes blandos exhala ; 
cuando esparce sus olores 
el azahar de color blanca, 
y cual oro entre ojas verdes 
cuelga la rubia naranja, 
y al cielo sus rojas flores 
sublime el lapacho exalta, 
y á su vera el curupai, 
sus o jas verdes y largas, 
y con flores que en penachos 
el aire mueve gallardas, 
á las frutas amarillas 
del alto lbahy contrasta. 
Tupidas enredaderas 
sus fuertes ramos enlazan, 
formando campestres bóvedas 
que como estrellas esmaltan 
de oro y purpura botones ; 
y de la tierra se alzan 
musgosos y viejos troncos, 
y en torno grotescas plantas 
hasta esconder su corteza 
parasitas los abrazan ; 
y se mecen m agestan sas 



la dulce higuera y la palma 
y junto al rudo espinilla 
silva la caña tacuara, 
y en el cenagoso micro 
el iris de sus escamas 
refleja al sol la serpiente, 
el toro pace la grama, 
y entre sendas de verdura 
lleva el gaucho su manada. 



Los peones Correntines 
van saliendo por escuadras, 
los cuellos color de cíelo 
y sus almillas son blancas, 
y por divisa de guerra 
sus hombros cruza una banda* 
Celestes son las almillas 
que los artilleros gastan, 
y ii los gallardos gínetes 
cubre reluciente grana 
con vueltas de azul de cielo. 
Llevan carabina y lanza 
los unos, los otros sable, 
y tercerola á la espalda, 
y los caballos que montan 
con sus colores señalan 
los escuadrones diversos : 
y los que rompen la marcha 
son los valientes castaños 
y picases mala cara. 

Los oteros van al centro 
con los de la piel plateada . 
Los hayos y los lobunos 
con loa ruanos Ies alcanzan, 
y siguen con los tordillos 
los negros de ara ve raza 
Los alazanes veloces. 



( 20 ) 



los Mancos que el rayo llaman, 
los fantásticos xebrunos 
caminan á retaguardia. 

En ejercicios y asaltos 
y en el jugar de las armas, 
ios adiestran sus caudillos 
al son de clarín y caja, 

6 (lujen el simulacro 
de una reñida batalla, 
y los fusiles apuntan 
y enristran las crudas lanzas, 

Eli esto una polvareda 
que á lo lejos se levanta, 
señala en el horizonte 
crecida hueste que avanza, 
por el magistrado escelso 
O, Pedro Ferré guiada, 
por el Salvador intrepido 
de lacorrentina patria, 
que al despota carnicero 
magnánimo desafiara- 
Que es la gloriosa legión, 
publica Juego la fama, 
que atravesando el gran Chaco 
ha venido desdo Salía, 

De atención suena el redoble, 

Don Pedro Ferré es el que habla * 
“ Aquí teneis á los bravos 
que nada en el mundo espanta 
vencedores del desierto 
y de las tribus indianas. 

Anhelar de pecho heroico 
los trajo á empresa tamaña, 
que por defender suspiran, 
ultimo altar de la patria, 
la libertad de Corrientes, 
romper su cadena iníanda 
ó verter toda su sangre :* 

Bridón tordillo cabalga 



( 21 ) 



el fuerte Paz y en sus brazos, 
estrecha al valiente Salas 
caudillo de los del Chaco, 
el gozo su voz embarga, 
llanto de placer ie innunda, 
y al fin elocuente esclama : 
“Sois precursores de gloria 
vengadores que Dios manda, 
para humillar al inicuo 
que en sangre la tierra empapa. 
La patria que os dio la vida 
no puede gemir esclava, 
pues tiene tan fuertes hijos, 
de honor modelo y constancia, 
y yo no conozco premio 
mas digno do vuestra hazaña, 
que seguido de vosotros 
travar al punto batalla, ” 

Y aquellos fieles campeones 
blandiendo sus rotas armas 
del noble Paz aplaudieron 
Ja resolución preclara. 

Y las filas se mezclaron 

y unos con otros se abrazan, 
y quien á su viejo padre 
y quien á sus hijos halla* 

Se preguntan, se interrumpen 
y mil coloquios se tratan, 
y lagrimas abundantes 
recuerdan á los que faltan, 
ó muertos en los combates 
ó errantes por las montañas, 
que ciñen eternas nieves , 

Áüi unamadreque indaga 
Ja suerte de su hijo caro, 
al saber que en la batalla 
cayó lidiando con gloria 
con eco férvido esclama 
“ murió por mi libertad 



( 22 ) 



mi triste luto bien haya! “ 
y la cr>rren tina noble 
con aquel pudor brillaba, 
que los angeles envidian, 
fuego de celestes aras. 

Y allí al bel Colompotó 
cacique de tribu indiana, 
del Chaco los vencedores 
á sus amigos señalan, 

que cual la estrella a los Magos 
su derrotero gn i ara 
y antes que aleve entregarlos 
de los Tobas á la rabia, 
miró en cenizas los toldos 
que eran abrigo á su banda, 
siempre leal ú sus huespedes. 

Y su cabeza inspirada 
eí gefe ilustre revuelve 
y solicito compara 

la aparición de la noche 
con las escenas que acaban 
de conmover ú su pecho. 
Ardientes los ojos lanza 
al campo de su enemigo, 
y en su idea lo anonada 
que el cielo su luz le envía, 
y de lo futuro aparta 
el velo que al mundo asombra 
y como niebla te rasga, 
la vez que el génio lo hiere 
con cavilosa mirada. 



lít ílMfO 1H¿ £CHA«UK. 






V. 



Gigantes de estatura y de fiema 

la hirsuta barba y el cabello haciendo 
feroz el rostro, entre bermejo y cano, 
daban temor * * 

Lope be Vega. — L a Orce. 

Necesitaba un héroe de catadura singular, 
y por eso he echado mano de uno que he- 
mos visto corrido y apaleado en tres dis- 
tintas tragicomedias, de mi viejo amigo 
B, Pascual, que me ha hecho escribir ya 
dos poemas ? y á quien en la última fun- 
ción casi se lo llevan los diablos «, 

Paráfrasis de la primera estrofa del 
Don Juan de Lord Bvron. 

El rio de un lado, del otro zanjones. 

Mil tiendas grotescas sevian alzar. 

Flotaban sobre ellas sangrientos pendones 
Con mueras, ¡y vivas al hombre del maL 



De estacas y cueros, y ¡uncos y mantas 
Sus reales fabrica la reproba grey, 

Que el bárbaro Rosas mantiene á sus plantas 

Y Echague en su nombre sugeta á su ley. 

Inquietos acechan, cual hoscos ratones 
De dentro al boquete, si se oye rumor. 

Del rio ú los vados apuntan cañones, 

Del bosque se alejan con hondo pavor* 

[te 

Que Paz y sus bravos se encuentran al fren- 

Y súbito el rio pudieran cruzar, 

Y encierran los bosques indómita gente 
Que el campo do Echague no cesa de espiar. 

De negros fogones en torno tendidos 
Del mísero estado se ve cuchichear, 

A aquellos de Echague, feroces bandidos, 
Que robo y placeres creyeron hallar* 

Pequeños los ojos, estrecha la frente. 
Membrudos los cuerpos, de forma brutal, 

Su estómago vela, dormita su mente. 

Los mueve el azote ó el goce carnal* 

Cabalgan en potros, manejan el lazo 
Las bolas y espada, la lanza y fusil. 

Con furia tremenda descargan el brazo 

Y saben valientes el alma rendir; 

Empero a toda hora se miran delante 
Del fiel Correntino la lanza fatal, 

O ven que a la pista les viene anhelante 
Agravios pasados con sangre 4 vengar* 

"Y avanzan y encuentran horrendo desierto, 
Calor sofocante de sol estival. 

Angosto sendero de matas cubierto 
Do negra serpiente se suele anidar. 



( 25 ) 



En carros trajeron muge res é hijuelos 
Que el rico despajo pudieran partir, 
Sembrar en Corrientes miserias y duelos, 
En libres orgias gozar y reir. 

Y acaso en combates mañana vencidos 
La presa sean ellas de crudo Señor, 

Que sordo á sus ruegos y tristes gemidos 
Cual amo en sus frentes imprima baldón. 

Enciende esta idea su pecho en enojos 

Y juran matando vencer ó morir, 

Mas lágrima muda se escapa á sus ojos 
Que ei riesgo conocen del áspera lid. 

La lengua detienen marchito su brío, 
Con la halda del poncho se cubren la fase 
Letargo las brisas derraman y frió, 

Y aquellos bandidos se duermen en paz* 



De Rosas cu tanto velaba el teniente 
dentado a la vera de humeante fogon, 

Con trémulas manos sostiene su frente, 

Al crimen semeja que abate el dolor. 

Vestía el caudillo grosera zamarra 

Y poncho con vueltas de rojo color; 

Barajas y chifles, cuchillo y guitarra 
Sobre ancha carona tenia en montoo. 

De tristes difuntos colmado ha un osario, 

Y aunque de costumbres algo maní -roto 
Ostenta en el pocho sendo escapulario. 

Que al diablo temiendo se hiciera devoto. 

Y cerca relinchan cuatro paregeros 
Que atisva u menudo con ojo avizor- 

4 



( 26 ) 



Que aun suelen boleados, cual viento ligeros, 
Correr por el llano, dar salto veloz* 

Ocupa un gobierno, fue maest ro de escuela, 
General muy luego, y hoy Restaurador ; 
Ninguno en un potro mas rápido vuela, 

Y es en teología graduado doctor. 

Se tiene en cuclillas, distante dos pasos, 
Grotesca figura que borra un papel, 

Y á veces estira luenguísimos brazos, 

Y á veces bosteza con modo soez* 

Echague el primero, que triste medita, 

Y el otro, Benítes coplero ramplón, 

Dañino de genio, de traza maldita 
Ministro de Echague, cantor y bufón, 

Y súbito esclama : — “hallé el consonante, 

Y ai verso mis dedos encuentran cabal — 
Sus-pn-ro guer-re-ro par-le-ro y a- manóte [l] 
l Qué tal va la trova señor D, Pascual 

“Al diablo tus trobas !” prorrumpe con ira 
Echague lanzando feroz maldición, 

Empuja al coplero, de bruces lo tira 
Que ha oido ti lo lejos sonar una voz 

“Sangre mancha tus arenas 
sangre que clama venganza, 
y vengarte es mi esperanza 
oh ! Pago- Largo infeliz. 



ni de amante guerrero 
suspiro parlero , 

Dos versos de una canción que insertó Reñí- 
tez en su periódico el Correo , que publicaba en 
el Paraná. 



“Era en lides inesperta 
y fue vencida Corrientes, 
y cayeron sus valientes 
en Pago-Largo infeliz. 

“Y el vil tagne de Entre- R íos 
E chagüe tirano odioso, 
te pisaba victorioso 
oh! Pago-Largo infeliz * 

“Con piel del noble Beron 
hizo á su corcel maneas , 
que guarda como preseas 
de Pago-Largo infeliz, 

“Y sus aleves soldados, 
después del combate altivos, 
degollaron tus cautivos 
oh ! Pago- Largo infeliz . 

“Las mieses dieron al fuego, 
las ciudades al pillage. 
las mugeres al ultraje 
en Pago-Largo infeliz , 

“Pueblo débil y menguado 
llamaban al Correntino 
hoy prez del nombre argentino, 
y en Pago-Largo infeliz * 

Mas cuando se puso en pié 
de su colera temblaron, 
y la deuda le pagaron 
de Pago-Largo infeliz , 

“ Hoy vuelve con planta osada 
y al sa putero del delito 
camina el tugue maldito 
oh \ Fago- Largo Infeliz. 



( 28 ) 



Cerrada descarga los aires atruena 

Y el bulto que canta se escapa veloz, 
su ardiente caballo distante sofrena 
golpeóse la boca, gritó con furor- 

“ Salid do la cueva cobardes Rocines 
Con diez de vosotros no temo lidiar, 

Ladrando á la puerta cual viles mastines 
El brazo temido queréis alejar, í¿ 

La aurora en el cielo pintó sus albores 

Y Eehagug á su tienda sus ge fe llamó ; — 

“Es necio el que escucha la voz de traidores 4 ' 

Y en Rosa Puche ta los ojos clavó* 

“ Domar á Corrientes es fácil, decían, 

Sus bravos guerreros Lavallc llevó 

Y el pueblo nos ama :-pardiez que mentían, 
Que todos detestan aquí su traición* 

“ Que cartas no llegan de esposa Manuela 
Ni el viejo Zapata, dos meses van ya, 

Dos meses que vivo calzada la espuela, 
Teniendo á la brida mi fuerte alazan, 

“ Sitiados nos vemos y cerca esta dia 
Que el hambre sintamos en todo su horror, 
Dejarla que venga locura serla. 

Probemos lidiando fortuna mejor* 

“ Merced á sus caballos Oribe hace un año 
Que allá en el Quebracho victoria alcanzó, 
Recuerdo tan fausto, si yo no me engaño, 
Laurel nos presagia de triunfo mayor* 

“ Victoria tendremos y en alto clavadas 
Vereis las cabezas de Paz y Ferré, 

Y á Manuela Rosas,, de orejas saladas 
Triunfante guirnalda podremos tejer 



( 29 ) 



“Proscriptos sus hijos, sumida entre abrojos 
Que pague Corrientes su empeño tenaz. 

Que sangre por llanto derramen sus ojos. 

Mi látigo solo que la haga temblar*. 

iS Y siempre a mi carro se arrastre sujeta» 
Cual eco del rielo que escuche mi voz, 

La mande Ramírez b Rosa PucEéta 
Cabral o May orea seré su señor,” 

Los cuatro traidores la vista bajaron 
Bañaba sos frentes copioso sudor ; 

Los otros caudillos el plan aprobaron 
Que no era á su patria tamaño baldón 

Las rojas banderas desplegan al viento, 
Anuncia el combate clarín y atambor, 

Y a un vado se agolpan do muestra el intento 
De cruzar el rio de Paz la Legión. 

Y á pocos instantes se mira avanzando 
A trote 3 T galope doblado escuadrón, 

Los flancos y espaldas de E chagüe amagando, 
Tal vista á sus hordas cubrid de pavor, 

^ Y el torpe caudillo perdió la chabeta 
El lance era amargo, lo doy ai mejor, 

No supo que hacei-se, subió a una carreta*. 

El campo observando con negra aflicción. 

Acrece el peligro y él mas se confunde 
La lucha se trava, retumba el canon. 

El dia se aleja y en vano difunde 
La noche sus sombras : no calma el furor* 









zs im xoviií^mu:. 






VI. 



“Al combate, truene el cañón ! Avance- 
mos por entre sangre , afan, humo y 
fuego > Retumben el alarido de gloria, 
el choque del encuentro , el estridor del 
acero , el tronido de las descargas f la 
chispeante espiral del cohete , — Ya ce- 
den ! — como olas desechas sus escuadro- 
nes se retiran . — A la carga húsares ! — 
Id sobre ellos flojas las riendas y apre- 
tadas las espuelas . — Pensad en el niño 
huérfano, en el asesinado caballero . La 
tierra está clamando sangre f Rodead- 
los en cir enlode muerte* Este momento 
va á poner sobre el destino de Europa 
el sello del triunfo, 

KommR*— Himno de guerra de los 
milicianos de Berlín. 



Brilló otro sol y el ángel de la muerte 
Igual a cada parte su balanza, 

Levantó sobre el campo de matanza 
Y la pelea redobló en furor. 




( 31 ) 



Gomo rujen dos negras tempestades 
Si las agitan encontrados vientos, 

De Rosas y di Paz los regimientos 
Se lanzaron con hórrido clamor* 

Rasgó Ins aires si! v ador el plomo. 
Un mar de llamas semejaba el suelo, 

Y en negra nube encapotando e! eiu 
El humo se elevaba el canon 

Y cual bandas audaces de milanos 
Cazadores certeros se avanzaban, 

Que el llano de cadáveres sembraban 
Como de verdes hojas el turbión* 

Y mezcladas guerrillas de guíeles 
Reteñían en sangre la campaña, 

Y cada choque renaciente zana 
Venia en todo pecho a despertar. 

Que ya vencidos, ora victoriosos 
Sus ayes ó su bélico alarido, 
Encontraban simpático latido 
De venganza ó de férvida amistad* 



Llevó el corcel á culminante altura 
Y planicies y bosques dominando, 

Paz lo detuvo, inmóvil contemplando 
Aquel cuadro de inmensa destrucción* 

Contó las haces y ordenando él tiempo 
La hora marcó de muerte y de victoria* 
Mas conturbó su mente una memoria 
E involuntaria lagrima vertió* 

Esos que á herirse en cólera volaban. 

La misma patrio, el mismo hogar tuvieron. 



Y á sus pechos sus llantos adurmieron 
Mac! res h er manas que el a ni o r u n i ó- 

Sus cunas fueron abollados potos, 

Y su raza do ibéricos leones, 

.Esclavos 6 magnánimos campeones 
Era en su seno ingénito el valor. 

Pero la idea del deber, la patria 
Vergonzosas cadenas arrastrando, 

Y diez generaciones implorando 
De los hombres y el cielo la piedad, 

Y la esperanza de mejores dias 
De venturoso porvenir risueño. 

Para el menguado corazón un sueño. 

Para el que en fé rebosa una verdad ; 

De aquella escena lo arrancó a mas alta 

Y la voz escuchó que de Dios viene, 

Al elegido que el encargo tiene 

De libertar una infeliz nación. 

La voz que hablaba al inspirado Bruto 
Cuando el rostro de padre se cubría, 

Y su intrepida mano dirigía 
Contra sus hijos la hacha del betor 

Y se sintió con el poder del justo 
El j eneróse Paz, y dijo : sea ! 

Y con su brazo de valor robusto 
Dio ¡a señal á la inmortal pelea. 



Y los valientes que comanda Nuñez 
De Echague á las falanges se lanzaron, 
Y sus bastas belígeras cruzaron 
De Gómez con la impávida legión, 



( 33 ) 



Un momento no mas, que Paz prudente 
Mandaba a Nuñez que ceder fingiera, 

Y á un estero difícil atragcra 
De Rosas a! intrepido campeón. 

Cumplió Nuñea colérico el mandato 
Que ceder ti un fingiendo le pesaba, 

Y Gómez tras su huella galopaba. 

Como tigre que arrastran á la red. 

Era orgulloso el adalid rebelde 

Y al mirar por la espalda á su contrarío, 
í{ Detente, 1c gritó, vil unitario 

El polvo de mis plantas á morder. í9 

Y su apostu ra y arrogante brío 
Aun bajo el sello del traidor esclavo, 

Que era mostraban el caudillo bravo. 

Que un tiempo orgullo de su patria fué. 

Y aunque rebelde y desleal descubre 
Su noble origen en el rostro escrito, 

Como apesar de su infernal delito 
Muestra que es ángel en su faz Luzbel 

Llegó la turba imprevisora al linde 
A su vana confianza señalado, 

Y Chenaut con sus peones emboscado 
Con mortífero fuego ía diezmó. 

En vano Gómez con tenaz empeño 
Mandaba sus legiones á la carga. 

Las envolvió tremenda una descarga 

Y á alejarle con mengua las forzó 



Ramírez un intrépido caudillo 
Que lleva en la bandera de su lanza, 

5 



A Pago- Largo funeral venganza 
A la Entre-Riana izquierda se arrojó. 

Y Velazco con él, de rostro altivo,, 
Que del Perú naciera en las montañas, 

Y como ellas abriga en sus entrañas. 
Bajo nieve, volcan abrasador* 

Baez íe seguía, el de potente brazo, 

Y otros guerreros de inmortal memoria 
Que con oro en sus paginas la historia 
Reseña de sus nombres gravará. 

Y cual se chocan en el yerto polo 
Moles de nieve que diez siglos vieron. 
Las opuestas falanges so envistieron 

Y ancho de sangre se formó un raudal. 

El odio cruel, los destrozados cráneos 
Con sardónica risa contemplaba, 

Y el ángel déla muerte se gozaba 

Y el fiel de sus balanzas inclinó. 



Y dijo Paz : **mis huestes hacia un punto 
Se ¡anzen todas cual fulmíneo rayo" 

Y en orbes de zafir, sombras de Mayo, 

Y una entre todas, grande apareció* 

Era sublime, colosal figura 
Sobre fulmíneos lampos se elevaba, 

Y en derredor el trueno retumbaba, 

Y rugía a sus pies el huracán. 

Vestía el gorro frigio y sobre ruinas 
De regios tronos é imperiales zonas, 

De globos y de escudos y coronas 
Se apoyaba en terrible magostad. 



Ancho flotaba un manto de sus hombros 
Cual sobre el mar la rutilante espuma* 

Que sobre monte y llano como bruma 
En magnifica pompa se estendió. 

Y la frente de Paz las orlas de oro* 

De aquel flotante majestuoso velo, 
Tocaron cual relámpago de hielo, 

Y súbito á Belgrano conoció. 

“El vencerá, que lo eduqué á la gloria 

Y el triunfo de esta espléndida batalla, 

No del sable será ni la metralla. 

Sino obra de su genio creador, 7 ' 

Así dijera al coro de las sombras 
Que extático veia desde el cielo. 

La lucha atroz que ensangrentaba el suelo 

Y sobre Paz su bendición mandó. 



En tanto Nuñez á su espalda deja 
El estero y los fuertes batallones 
Que de Gómez los triples escuadrones 
Hicieron en desorden alejar ; 

Y a la enemiga izquierda se dirijo 
Do mas crece el afan de la pelea, 

El asta horrible con furor blandea 

Y el caballo detiene al avanzar: 

“Venganza os brinda su nectarea copa, 
Campeones de Corrientes afrentados, 

Y alli de Pago-Largo ios malvados 
Trenzada os muestran de Be ron la piel ■ 

“Los que mataron vuestros tristes deudos. 
Quede rodillas compasión pedían 



( 30 ) 



Y en sus viudas, saciaron que gemían, 

De m lascivia la infamante sed ; 

“Como avestruces los veréis en fuga (1) 
Si con pujanza les golpeáis los pechos, 

Que á rendidos y ancianos en sus lechos 
Saben solo cobardes degollar* 

“Mas no a este hierro bañará otra sangre 
Que la del vil que su corcel revuelva, 

Y á su enemigo las espaldas vuelva ; 

No haber nacido le valiera mas !” 

Y aun los valientes con pavor temblaron 
De Nuñez al terrible juramento, 

Que pa recia el Dios del escarmiento 
De armas vestido y con humana faz* 

Y se lanzaron con tremendo empuje 
En el medio del áspera batalla, 

Y como suele la insegura valla 
Que á los embates resistió del mar, 

Si onda que á todas sobrepuja en fuerza 
Su débil flanco poderosa hiende, 

Que á las otras ya el paso no defiende 

Y en lago se convierte de cristal ; 

Asi la izquierda del precito bando 
De Ñoñez cedió al choque impetuoso, 

Y en valde Gómez trajo presuroso 
Evitando el estero, su legión* 

Que sus rotas hileras en desorden 
Arrecieron el pasto de matanza, 

Y ya E chagüe miró sin esperanza 
Correr su campo el pálido terror* 

(1) Histórico* 



Revueltos como andaban los campeones 
Nuñez a, Gómez descubrió á lo lejos 
De su rojo penacho á ios reflejos, 

Y hacia él con ira enderezó el bridón. 

No anduvo tardo el adalid de Echague 
En aceptar de so contrario el reto, 

Y un instante á esa lid, el campo quieto, 
Permaneció en terrible suspensión. 

“Feroz blanquillo le gritaba Nuñez, 
Que sediento de sangre de argentinos, 
Caphan de cobardes asesinos 
Nobles cabezas buscas que cortar, 

í( Mas de una vez te persiguió mi lanza 
Cuando servias al infame Oribe ; 

Hoy de mi mano el galardón recibe, 

Que merece tu torpe iniquidad, ?J 

El rubio Gómez con punzantes motes 
De Nuñez las injurias contestaba, 

Y con su lanza un bote le tiraba 
Derecho al desguarnido corazón, 

Salvólo Nuñez y su lanza en ristre 
Picó con furia su alazan potente, 

Y al tostado de Gómez la ancha frente, 

Al caballero por herir, rasgó. 

Rompió la brida desbocado el bruto 

Y se lanzó del bosque en la espesura, 
Robando á Gómez de la muerte dura, 

Y de matarlo á Nuñez el honor. 

Esto las riendas del corcel volvía 
De calor sofocado y de despecho, 

Cuando miró que le apuntaba al pecho 
Su tercerola horrible montaraz. 



( 38 ) 



Era membrudo, de deforme traza* 

Y cerdosas guedejas ío colgaban, 

Y como brasas tic carbón chispeaban 
Sus torvos ojos en cobriza faz* 

Coraza, sable y las certeras bolas 
Con el luengo cuchillo eran arreo, 

De aquel salvaje gigantesco y feo, 

Que el potro cabalgaba mas veloz. 

Sin detenerse Nuñez con el hasta 
Le abrió en el vientre formidable puerta,, 

Y moribundo con la vista incierta. 

Sobre sus armas con fragor cayó* 

Corte de sable derribó el penacho 
Al noble vencedor ; garrido mozo 
A quien apenas le pintaba el bozo 
Era el que á Nuñez por su mal retó. 

Para las lides del amor formado 
Era su rostro pálido y doliente, 

Y su mirada activa y elocuente 
De la mujer fatal al corazón* 

Su rica veste do escarlata y seda 
Nuevo realzo á sus encantos daba, 

Y la madre que ausente le lloraba 
Su destino infeliz vaticinó* 

Miróle Nuñez con airados ojos 

Y el seno le partió de solo un bote, 

Y hacia los suyos á galope y trote 
De nuevos lauros en demanda fue. 

El feble mozo, moribundo huia 

Y tras el de Corrientes un guerrero, 

Que triples bolas le lanzó, certero, 

Y del corcel las enredó á los pies. 



Cayó el mancebo y arrojando el sable 
Juntas las manos su perdón rogaba, 
Pero el guerrero que vengar ansiaba 
De Pago- Largo el sacrificio atroz ; 

Lo aferró por la rubia caballera, 

Y en la cintura le afirmó fa planta. 
Cortándole de un tajo la garganta ; 

Y se gozó la sombra de Be ron» 

Y de la veste despojando al muerto* 
Asió las riendas al bridón cautivo, 

Y viose al cuervo da su presa altivo, 
Sobre el yerto cadáver revolar* 



Y la quinta legión que Salas rijo 
Sobre la tropa do auxiliares crueles 
Se arrojó como banda de lebreles 
A quien aflíje el ansia de matar. 

Córdova bella lo crió en su seno, 

La que de verdes montes en la falda, 
(Una perla entre granos de esmeralda) 
Los fqos place, alivia el corazón. 

Era en combates renombrado Salas 

Y Molina y Guevara y otros ciento, 

A su brazo rindieron el aliento. 

Como palomas á terrible halcón. 

Que fue en su patria formidable azote 
De Jos caudillos del Rosista bando, 

Y entre sus hijos Tucuman lidiando 
La vio con gloria en Famallá inleliz. 

Y osado capitán con lanza en ristre. 
Por la región del Chaco tenebrosa, 



( 40 ) 



Trajo de Salta la legión famosa 
De O&á-guazü ái esplendido festín* 

Los Auxiliares de los Andes eran 
El último de aquellos escuadrones, 
Con que Quiroga en ínclitas acciones 
De estéril palma se ciño la sien. 

Iguales á su fama se mostraron 
Pero fueron dispersos y vencidos, 

Y no hubo mas lidiar los alaridos 
Sonaron solo de matanza cruel; 



Y el bravo Paz sobre alazan fogoso. 
La escena del combate recorría, 

Y á las balas su pecho valeroso 
Con faz tranquila, impávido esponia* 

Y á López y sus tercios ordenaba 
Envestir la enemiga infantería, 

Y glnetes intrépidos lanzaba 

Que rindiesen su tren de artillería, 

Y de Rosas infantes y artilleros 
Que rotos y cortados se miraban, 

Con empeño incesante disparaban 
Descargas de fusil y de canon, 

Y al verá Paz que intrépido se avanza 
Se creyeron salvar de la derrota, 
Lanzándole mortífera pelota 

Que entre nube de polvo lo envolvió* 

Ni con tal ánsla madre que á su infante 
Mira entre ghibos de chispeante fuego, 
Pálido el rostro, en silencioso ruego 
Implora de los cielos la piedad; 



( ) 



Cual de Paz los soldados al mirarle 
Entre sombras de muerte obscurecido ; — 

Y alto sonó de gozo su alarido 
Al verle salvo en ooble magostad. 

“Viva la libertad, bravos amigos P 
Paz esclamaba, impávido y sereno ; 

Y respondió la hueste en voz de trueno 
“Viva el valiente, el invencible Paz !” 



Uno tras otro los cañones fueron 
Por los bravos ginetes enlazados , 

Y guardias y artilleros alanceados, 

Que á muy pocos la- muerte perdonó. 

En cuadro sus infantes Galan ñero 
Hacia el espeso bosque retiraba, 

Y sus hileras sin cesar diezmaba 
El sable y el fusil del vencedor. 

Marchaban sobre sangre y moribundos 

Y de bronce sus pechos revestidos, 

Oian impasibles los gemidos 

Bel que á tierra cala por su mal. 

Iban rodeados de falange inmensa 

Y el cansancio y la sed los consumía, 

Y Galan aun rendirse no quería, 

Que recelaba no encontrar piedad- 

Y vino Paz hacia él impetuoso, 

Y le lanzó fulmínea una mirada, 

Y sumiso Galan rindió su espada 

Y las armas su fuerte batallón. 




( 42 ) 



Cual espesa bandada de gabioías 
Que del fusil $c auyentan al estruendo, 

Los gi notes de Echague iban huyendo 
Heridos por la espalda con baldón ; 

A los ayes de míseros caldos 
So mezclaban descargas de pistola. 

Con el silvar de la pujante bola 

Y el toque de degüello del clarín* 

Aquel rinde y maniata un prisionero, 

Este alcanza un contrario y lo degüella, 

Y el cráneo del herido rompe y huella 
El herrado corcel del adalid* 

De su ejército Echague n las mugeres 
Vestir hacía en traje de varones, 

Para aumentar el grueso á sub legiones, 

Y á algunas fue de muerte este disfraz : 

Porque á fuer de guerreros las mataban, 

Y muy dichosa la que el blando pecho, 
Fuente de vida, para amores hecho, 

Pudo al terrible vencedor mostrar. 

Tiran las armas, porque al miedo esíorvan 
Los fugitivos, y salvarse espera 
El que arroja el morrión y charretera 
O el dorado uniforme de carmín. 

Desmelenadas, codiciosas dunas 
Los sangrientos cadáveres despojan, 

Y á los cuervos, desnudos los arrojan, 
Llevándose en los hombros el botín* 



Y ádon Juan María naga por Pay-Ubre 
Paz que el triunfo glorioso preveía, 



( 43 ) 



Con su escuadrón valiente dispoma 
Los enemigos restos á encontrar* 

Que es para el genio el porvenir seguro 

Y en él camina cual si fuese aiiorat 
Tan inerrable, cual apunta Ja hora 
El cuadrante fatídico al mortal* 

Era D* Juan de una familia heroica, 

Do Ja virtud y el ínclito coraje, 

De la Patria se encienden al ultraje 
Cual pedernal que el eslabón rozo* 

Y en esta guerra en delincuente sangre 
Fuera el primero que tiñó su lanza, 

Y la postrera copa de venganza 
A su labio la suerte concedió* 

Cumplió su empeño con bizarro ahinco 

Y arrollando cohortes de guerreros, 

A Villanucva ilustres prisioneros 

A él y á Ledesma les tocó llevar* 

Carros y tiendas y costosos trenes 
En espantosa confusión yacian, 

Y en leguas veinte á intervalos se vían 
Cadáveres y estrago funeral 

Y el real de Echaguc lodazal de sangre 
Era á la vista:— el bosque y la llanura, 

Y el estero, manchada su verdura 
Panorama de horrenda destrucción. 

Y en veloz potro disparando E chagüe 
Lívido el rostro con pavor tornaba. 
Cuando el viento en las ojas susurraba: 

De Pago- Largo espléndida expiación ! 







£ma(^a. 






VII, 



Alcen los griegos el sepulcro de sus hé- 
roes cerca del ancho Helesponto, para que 
digan los futuros navegantes : — “ese es el 
túmulo de un valiente que murió en la an- 
tigüedad. ,J 

Homero.— Liada. 

Nunca resulta gloria de la carnicería, 
sino al colérico esclavo que mata á se- 
ñor durmiendo . 

Nicolini en el Giovanni Procid a* 



Los guerreros de Corrientes 
á sus mié moros fatigados, 
en dulce y tranquilo sueño 
solaz dieron y descanso, 
que ya de enemiga hueste 
no temían el amago, 
y dignamente á su patria 
en Caaguazú había vengado. 




( 45 ) 



Pero la placida aurora 
cumbres y montes dorando, 
auyentó las negras sombras 
fjue aprisionaban sus parpados, 
y salvas estrepitosas, 
y músicas saludaron 
al Dios protector del día 
y de los buenos amparo. 

Los infa'ntes y artilleros 
en batalla se formaron, 
y luego en vistoso alarde 
los belígeros caballos, 

Blancas y azules banderas 
los alférez desplegaron, 
colores que pidió al cielo 
la Patria en su fausto mayo. 



Así que ordenada estuvo 
la hueste, el ge fe preclaro 
en el bridón del combate 
apareció cabalgando. 

No luce costosos trajes 
de plata y oro bordados ; 
su espada de limpio acero, 
su veste de humilde paño, 
y gorra con patrias fajas 
sin borla ni alto penacho ; 
que modesto al par que noble 
la miseria del soldado, 
por aliviar con su ejemplo 
suele vestir sus andrajos. 

Y no por esto su porte 
parece menos ga llardo, 
y los suyos lo idolatran 
y lo admiran sus contranos. 



( 46 ) 



Los guerreros su presencia 
fe r vq roso s v icio re aro n , 
presentándole sus armas 
en lágrimas arrasados. 

Y cual un Dios recorría 
las filas, y á los mas bravos 
llamándolos por sas nombres 
los estrechaba en sus brazos* 



“Nada me debeis valientes, 
todo á la menta Corrientes 
que engendró vuestro valor. 
Tan altivos corno bravos* 
no nacisteis para esclavos 
de carnívoro opresor, 

“Si á vencer os lie enseñado, 
vuestro esfuerza me ha pagado 
con coronas de laurel* 

Y él á la patria redime 
que arroyos de sangre gime 
de su verdugo á los pies. 

“Las cadenas del tirano 
convirtiólas vuestra mano 
en metralla de caíion s 
y en sepulcros de venganza 
ha gravado vuestra lanza 
if á Fago-Largo expiación.” 

%Pero de 5a obra nos falta 
k parte mas noble y alta 
de un Pueblo Libertador. 
Llevemos nuestra victoria 
en el carro de la gloria 
al confia de Ja Nación* 



( 47 ) 



“Del monstruo la horrenda vida 
ahoguemos en su guarida, 
porque de nú volverá, 
y deban los Argentinos 
á los fuertes Correntinos 
tener Patria y Libertad,” 



De Corrientes las legiones 
cuando Paz selló su labio, 
entre férvidos aplausos 
sus palabras contestaron: — 
“Tu bandera seguiremos 
como á estrella en cielo opaco* 
que nos amas como á hijos 
y las sombras has vengado 
de los mártires ilustres 
que morir vio Pago- Largo* 
y los sueños de la noche 
espantaban con su llanto,” 

— “Seguiremos tu bandera 
el Tagne no vuelva osado 
k robarse nuestras hijas, 
á manchar su pecho casto, 
y dormidos nos sorprenda 
y nos mate descuidados 
y nuestros techos incendie 
y devore nuestros campas ” — 
— ” Seguiremos tu bandera 
y salvará nuestro brazo, 
de su reprobo verdugo 
nuestros miseros hermanos 
Y en pabellón nuestras armas, 
del viejo Ferré guiados 
cantaremos oid mortales 
en la columna de Mayo ” 



( 48 ) 



Y el fuerte Paz escuchaba 
con religioso entusiasmo» 
aquellas promesas nobles 
de sus leales soldados, 
mas de los que ayer murieran 
le afligió el recuerdo amargo, 
y con honores de mártires 
mandó que sepulcro sacro 
les dieran en alta pompa. 



De diez en diez van marchando 
á toque cíe funerala, 
con Jas armas boca abajo, 
y nada escucha el oido 
sino el fragor de sus pasos. 

En catres llevan los muertos 
de juncos y verdes ramos» 
con cedrón entretejidos 
y mustias ñores del campo. 

Las bicolores banderas 
que la pólvora lia zahumado 
de aquellos mártires cubren 
los restos inanimados ; 
y encima llevan coronas 
de arrayan con negros lazos, 
de lauro y rubias aromas 
y clavel del aire blanco. 

El arrayan por su muerte» 
el laurel por lo esforzados, 
la aroma porque embalsaman 
i la tierra en que respiraron, 

y el clavel porque á los cielos 
candidas almas volaron. 

Las cabezas descubiertas, 
y al hombro, de cuatro en cuatro, 
los llevan con tristes rostros 
mancebos de quince Mayos. 



( 49 ) 



Los cadáveres de Lemos 
y de C abral, esforzados, 
los de Zarate y González 
Capitanes de hechos altos, 
caminaban los primeros 
de adalides en los brazos. 
Llegó el cortejo á la fosa 
que el sacerdote cristiano 
con agua regó bendita, 
los túmulos colocaron 
al pié de una cruz, y un viejo 
caudillo de los del Chaco 
puesta la rodilla en tierra 
sobre un túmulo la mano, 
dijo en sentidas palabras 
y con acento elevado. 



‘'Dormid cual tiernos niños 
varones esforzados, 
lucientes como armiños 
espíritus alados, 
entre celestes palmas 
reciben vuestras almas 
en fúlgida mansión, 

“La dulce flor gozando 
sin ¡a espina que hiere, 
por su Patria lidiando 
es dichoso el que muere, 
sus ojos yertos gira, 
santa la vé y espira, 
sin hiel el corazón* 

“En lecho caer postrado 
bajo dolor profundo, 
por la vejez doblado 
sentirse moribundo 



; sj i 

| i 
















i 1 f 

mi ¡I 1 J 




7 



( 50 ). 

es oprobioso al fuerte* 
otra es su noble muerte, 
la que renombre da. 

“Y deja en la memoria 
admiración al hombre, 
y dá esplendor y gloria 
de su familia al nombre : 
morir como estos muertos, 
que van íi ser cubiertos 
de polvo funeral.” 



.Y el sacerdote sus preces 
dijo, la estola cruzando 
sobre los lívidos restos, 
y á intér vales retumbaron 
descargas de artillería, 
hasta que los nobles muertos 
á sus sepulcros bajaron. 



Ya vienen los prisioneros 
entre infantes encerrados, 
y caminan á su vera 
gentes de armas á caballo. 

Y marchan medio desnudos 
los píes en tierra y llagados, 
y heridos algunos dejan 
señal de sangre en su rastro. 

De polvo y sudor cubiertos 
traen los rostros quebrantados, 
sin abrigo sus cabezas 
lás hiere el sol con sus rayos. 
Su porte al ver se diría 
no que eran biavos soldados, 
simo de cárcel h unen da 



[ 51 ) 



fugitivos presidarios. 

Infantes ú caballeros, 
en tropel iban mezclados, 
y los negros á los indios, 
á los mestizos los blancos, 
y á gauchos y montaraces 
donceles en seda criados. 

De E di agüe traen los pendones 
de negro y sangre pintados, 
con ellos el polvo barren 
Sos fuertes que los ganaron. 
Sordo rumor en las filas 
los prisioneros causaron, 
porque son los que mataban 
rendidos en Pago-Largo, 
en San Cala y el Rodeo, 
en Famallá y el Quebracho, 
y en C ordo va y Cata marca 
y Tuc aman levantaron 
en altas hórridas picas 
las cabezas de los bravos. 

Es ingrata su presencia 
y quien al fusil la mano, 
y quien la llevó á la espada 
con impulso involuntario ; 
mas los contiene el respeto 
que al ge te deben preclaro- 

Y él activo y generoso 
en venir no anduvo tardo, 
y k su vista los cautivos, 
los rostros desencajados, 
vertiendo sudor de hielo 
como las hojas temblaron. 

En su conciencia leian, 

y encontrar su juez airado 
creyeron, y que la muerte 
ya les echaba la mano. 

Y Paz con^ acento grave 

les mandó que lucieran alto, 



( 52 ) 



y así les habló elocuente 
y aun lo escuchaban dudando. 



“Levantad esos rostros abatidos, 

Ki corazón abrid ó la esperanza. 

Que jamas el acero de mi lanza 
Buscó en el polvo míseros caídos. 

Cí Y no que olvide el sacrificio horrendo 
De mis caros amigos, su memoria 
Será vengada en campos de victoria, - 
Tumba insondable al despotismo abriendo, 

“Y á sus dispersos cráneos, esplendente 
Yo alzaré un monumento de espiacion, 

Que una Patria feliz é independiente 
Será de sus cenizas el panteón, 

“Cadalsos nunca pedestal han sido 
De paz y libertad a las naciones. 

Tan solo leyes, generoso olvido 

Y el vigor de robustos corazones. 

“Recuperad el heredado brío. 

Rotos teneis los hierros de las manos, 

Y no á humillar volváis á los tiranos 
Vuestro noble coraje y alvedrio, 

“Corrientes sus campiñas os ofrece 
Labradlas y adquirid vuestro sustento, 
Aquí en las flores se embalsama el viento 
Que dulces pomas susurrando mece, 

''Entretanto mi real os dará abrigo 

Y á mi s valientes hallareis mezclados, 

De terribles contiendas olvidados, 

En cada vencedor un franco amigo* 



x¡ W 



( 53 ) 



4i Solo de Rosas privilegio sea 
Inermes degollar los prisioneros, 
nuestro debelar á sus guerreros 
abrazarlos después de la pelea/' 



Al escuchar los cautivos 
el decreto soberano, 
con las rodillas en tierra 
al cielo alzaban las manos, 
y sus miradas decían 
lo que callaban sus labios, 
y á los nobles Correntines 
alargándoles los brazos 
dijeron “seguir queremos 
vuestra suerte, amigos bravos, 
y con ese generoso 
combatir a ios tiranos 
que al crimen nos sedujeron 
nuestra virtud engañando. 
Perdón 1 os seremos fieles, 
Perdón í queridos paisanos” 
Luchaba en los Correntines 
memoria de Pago-Largo, 
y de sus pechos sensibles 
el grito, de piedad santo. 

Y trémulos de congoja 
]a vista á su geie alzaron, 
él los comprendió y les dijo 
con voz sofocada en llanto, 
pero de un eco sublime : — 

ABRAZAD VUESTROS HERMANOS í. 





MMMtMCtMBWMSttN 



NOTAS. 







eti Caoguazu la lanza; 

Ha roto del esclavo el fuerte Paz. <s 

El General D* José María Paz, estudiaba de- 
recho en la Universidad de Córdoba, su patria, 
cuando oyó por primera vez el ruido de las armas 
de la revolución. 

Tuvo entonces la revelación de su carrera, y 
corrió á las ñlas del ejército de la patria manda- 
do por el general D, Manuel* Bel grano. 

Se halló en las jornadas de Tucuman y Salta; 
y después de ellas obtuvo el grado de capitán de 
artillería. 

El joven Paz que se había distinguido en las 
dos victorias anteriores, mostró su intrepidez en 
los campos, ingratos para la patria, de Vilcapugio 
y A y cuma: era entonces capitán de un regimiento 
de caballería. 

El año 1814, en la segunda campana al Alto 
Perú, mandaba un escuadrón de dragones. Poi 

m 



II 

salvar á uno de sus soldados fue gravemente he- 
rido en el campo de Venta y Media; asi herido 
asistió á la funesta jornada de Si pesó pe y á la de- 
sastrosa retirada del ejercito de la patria* 

En 1BÍ5 obtuvo el grado efectivo de ge fe de 
e sonad ron* 

En los conflictos en que la guerra civil puso 
en J81Í) al ejército del Perú; el coronel Paz, opi- 
nó que las armas cíe la patria no debían emplear- 
se sino contra el enemigo extra ligero. 

En 1822, organizó un cuerpo de caballería en 
A id manó a las órdenes del coronel Urdí niñea. 

En 1823, fue nombrado gefe de Estado mayor 
del ejército que organizó' el general Arenales en la 
provincia de Salta* 

La guerra con el imperio del Brasil trajo á las 
margenes del Uruguay, un ejército argentino, y 
al abrir su campaña, a fines de 1S26, el coronel 
Paz mandaba una división de caballería* 

El 20 de febrero de 1B27, el Ejército Nacional 
ee cubrió de gloria en los campos de Ituzaingo. — 
luí esta lamosa jornada mandaba el Coronel Páz 
3a segunda división de reserva, compuesta de sie- 
te escuadrones de lanceros* Su valiente y hábil 
conducta en aquel din le granjeó el grado de ge- 
neral dado en el campo misino dé la batalla. 

Tuvo interinamente el mando en ge fe de aquel 
ejército victorioso. 

En febrero de 1821), estuvo de regreso en Bue- 
nos Aires al frente de sus tropas* 

Tina nueva serie de victorias y de contrastes 
c m pez* i ba | j ara el Gene ra l Pn z en e I suelo que ri- 
do de la patria, Su* creencia poHtipa le hizo en- 
caminarse á Corel o ha seguido de 1500 veteranos. 
En San Roque, en la Tablada,, en Ü nonti va ó 
Laguna Larga, mostró de lo que es capaz la 
ciencia y el talento contra el furor desenfrenado. 
Aquellos nombres lo sonde otras tantas victorias/ 
Las batallas ga liadas por e! general Paz, son 
modelos dignos de estudiarse* Nunca ha sido 
balido, cuando se lia presentado como ge fe al 
frente del enemigo. 

El General Paz I labia Infido k su partido, ya 



ni 

por las armas, y-ftjpor la ctipipraaciq, una vasta 
porción del territorio argentina, cuando fue I lu- 
cho prisionero por una ele aquellas casualidades a 
(pie solo se espolien los generales activos y va- 
lientes: le tomaron rece rri cutio el campo, muy 
al frente de la vanguardia de su ejercito- 

Ocho años permaneció el general Paz en las 
cinceles del gobernador de Rueños Aires. La 
Providencia detuvo muchas veces el puñal de 
Rosos, alzado contra su prisionero, porque le re- 
servaba para nuevas empresas de libertad. 

En 1840 pasó el General Paz á ia Colonia del 
Sacramento y de alli ít la provincia de Corrientes. 

La provincia de Corrientes no tenia mas ele- 
mentos qire su patriotismo y sus hombres; la ne- 
cesidad de defenderse y el lúgubre recuerdo de 
Pago Largo, 

La llegada del General Paz fue bendecida; un 
hombre virtuoso y rcflecsivo, bailó brazos abier- 
tos en donde las costumbres son patriarcales, y 
puros y sin disfraz los sentimientos. 

De allí á poco, Corrientes cu pié, se defendía 
bajo las órdenes del General Paz, contra las pri- 
meras invasiones de las fuerzas entrenarías. 

Poco mas tarde, ya tuvo Corrientes un ejército 
formado con sus propios recursos. Un ejército 
reglado y una victoria espléndida son los p resen- 
tes que le ha hecho ei General Paz el dia 28 do 
no vi em b re de 1841. 

El General Paz es 'Sencilla, moderado, grave: 
habla poco, escucha con atención y sabe inspirar 
respeto c\ íes que le rodean, A sus talentos na- 
turales retine la instrucción que ha adquirido con 
lu frecuencia de los buenos libros. 

Hemos reunido aqui estas ligeras noticias, no 
con el objeto de hacer una biografía, sino con el 
de dar alguna idea de un hombre tan importante 
hoí cu los destinos de la República Argentina. — 
Perdónesenos alguna inexactitud á trueque de 
nuestra buena intención, y porque es casi impo- 
sible escribir Ui biografía de nuestras notabilidades 
por la escasez do datos y conocimientos publico^. 



iv 

“Avellaneda, amigo Je mi infancia, 

Cubas, Dulce, González, Adía bravo 1 ** **« 

No pife Jen reducirse á numero los asesinatos 
cometidos por Jos candi líos Je liosas, en Cata- 
marca, en Túcumau, en la Rioja, en San Juan, y 
en otros puntos de Ja República Argentina* 

Pocos Ies lian sido los días transe urs a dos desde el 
Si de setiembre hasta el 2Ü de octubre do 1841 , 
para fusilar hombres rendidos y cortar las cabezas 
do los gobernadores y representantes de los 
pueblos. Son de esto numero: 

Dr. B. Marco Avellaneda, D* Mariano Acha, 
I)r, D* G orgonio Dulce, J>. Gregorio González, 
D. José Cubas, Espedía y otros veinte gefes y ofi- 
ciales que han sido fusilados después de deponer 
sns armas confiando en /a fe de las capitulacio- 
nes. — Un regimiento entero de 000 hombres ha 
sido pasado á cuchillo otila plaza pública de Ca* 
tamarca. 

Los bárbaros que lian cometido estos crímenes, 
se llaman Manuel Oribe, Angel Pacheco, Mariano 
Maza* Que pasen á la posteridad al lado de sus 
víctimas, para que sean ecsecrados Jos unos y 
bendecidas las otras! i 

(Véanse los Justos rocines que publica diaria* 
mente el Nacional de Montevideo.) 



LA NOCHE EN EL CHACO 



^Aquella ingrata llanura 
No tiene raudal sonoro, 

Ni frutas pintadas de oro, 

Ni campiñas de verdura. 46 

El Chaco es una región misteriosa, fon poco 
-conocida en su geografía como en sus produccio- 
nes naturales. Es como un valle inmenso, que 
cu el centro de la América Meridional, se estico- 
de al pié de las ultimas ramificaciones orientales 
de ios Andes y de las alturas de Chiquitos; toca 
con los ríos Paraguay y Paraná, y se confunde 
al sur con Jas pampas de Buenos Aires. 

La superficie del Chaco es de mas de 80000 
leguas marinas, y toda ella cerrada á la civiliza- 
ción, Solo Ja pueblan algunas tribus errantes 
dadas á la caza y á la guerra. Los ríos que cru- 
jan el Chaco son el Pilcomayo, el Bermejo y el 
Salado, Corren con lentitud sobre su lecho ter- 
roso; pero se derraman á muchas leguas de su 
-cauce en ciertas estaciones del año. Estos ríos 
son navegables y están destinados á cambiar Ja 
suerte comercial de Ja República Argentina, 

Cuando la población civilizada rebose en las 
.alturas y en los valles fértilísimos que ciñen al 
Chaco, descenderá a él para buscar la vida y la 
riqueza en las entrañas húmedas y blandas de su 
suelo. Su misino nombre nos indica que ha sido 
destinado por la naturaleza para que le surque el 
arado (1), 

(l) Chaco en una de las lenguna indígenas significa: 
tierra aparente para el cultivo, huerto. 



vi 

“Lidiando cual Icones bravos 
Los Tobas habéis vencido .* 1 

Los Tobas son los salvajes que ocupan la ma- 
yor parte de país en la región del Chaco* Los 
indios Mataguayos, los conocen con el nombre 
de Ouanlang. 

De esta denominación ¿no podrá derivarse la 
de Gu alamba, que tiene el Chaco en las cartas y 
en las descripciones escritas? 

Los Tobas vagan áHas márgenes del Pileoma- 
yo y del Bermejo* Son nStos de estatura y ro- 
bustos; fieros é independientes; jamas ha podido 
sobre ellos ni ia predicación ni el ejemplo de los 
religiosos misioneros. Son taciturnos é indoíen* 
tes; solo les pone en movimiento la voz de guer- 
ra ó do caza. 

El oreo, las bolas y la lanza, son sus armas, y 
toda su estra tejía militar está reducida á sorpren- 
der audazmente al enemigo* 

Tienen un consejo de ancianos que nombra á 
los caciques. 

Los tobas como otras tribus americanas tienen 
escrita en las constelaciones, la historia fabulosa 
de sus orígenes, y creen que el alma sube por un 
árbol que une la tierra con el cielo. 



LA ALBORADA Y EL ABRAZO. 



Corrientes jardín de niájia, 



La provincia de Corrientes está situada entro 
los ríos Paraná y Uruguay, desde los 27° 13* 
basta los 30 ° 2D de latitud sur. El primero 
la limita por el Í\ T , y el O. y el segundo por la 
parte del E, La provincia argentina de Entre 
Ríos; la República Oriental, el Paraguay y e! Im- 
perio del Brasil, son los estados rpie la cir- 
cundan* 

El aren de esta vasta provincia será aproxima- 
damente de 2500 leguas marinas, y contendrá una 
población de £0000 almas, poco mas órnenos. 

El suelo de Corrientes es bajo y llano, sembra- 
do en su mayor parte o de grandes lagunas cu- 
biertas de maleza, ó de grupos de arboles mui 
variados. 

El bañado de la Maloya, y la laguna Ibera (1), 
san inmensos y ocupan, con otros bañados de 
menos consideración, la parte N. de ía provincia* 
De estas aguas detenidas nacen sus ríos principa- 
les, ya para dirigirse al Paraná, ya para desaguar 
m el Uruguay, Los rios principales son Santa 
Lucia, Batel, Corrientes y Miríñay. 

La latitud de esta provincia, la da un tempera- 
mento cálido y variable. El verano es abrasador, 
el invierno sin frió, la atmosfera siempre pura. 



(1) 1 b k r a en ! e n guá g uara ni, si gn i ftr a &g h a rdudentc^ 

Esta laguna úmie 200 leguas de superficie. 



I 



Vlii 

En lofr dias mas caloroso?, se cobre repentina- 6 - 
ícente el ciclo de nubes negros que despiden fuer- 
tes truenos, y torrentes do lluyiu bienhechora. 
En el invierno Hueve muí poco. Los vientos de 
mas influencia sobre la organización animal, son 
el N. y el S* O, ó pampero. El primero debilita 
las facultades físicas y morales; el segundo, ale- 
gra el espíritu y reanima las fuerzas vitales puri- 
ficando la atmósfera. 

El terreno de Corrientes es arcilloso en unas 
partes y arenisco en otras; la parte arenisca es 
mas fértil, se le destina ít la agricultura, y allí por 
consiguiente es donde abunda la población. La 
parte arcillosa es rica en pastos y se destina á lu 
cría de ganados. 

Hni lugares 'en donde las arcillas tiene la finu- 
ra suficiente para fabricar con ellas, utensilios de 
3 bz a d c m u i buena cali da d * E n m 1 i c h os p 1 1 1 1 1 o s 

del Paraná, se hallan oxides de hierro de colores 
muí vivos, que podrían espl otarse fácilmente, y 
ser objetos lucrativos de comercia. Solo eu el 
lecho del rio del j Empedrado, se encuentran algu- 
nas piedras; y las de construcción únicamente se 
hallan en las inmediaciones de la capital y en Ita- 
tí, — Abundan los terrenos salitrosos, pero lu sai 
que se consume se introduce del exterior. 

La vejetacion de la provincia de Corrientes es 
rica y variada, aunque sin la gala m a gesta osa 
que caracteriza la de los trópicos/ “No atrilnr- 
“yo esta diferencia, dice un naturalista, (\ ) á la 
“poca elevación de la temperatura, sino á la fat- 
uta de montañas capaces de fijar las nubes y man- 
utener Ja humedad de que carecen estos lían os. “ 

Los veje tules de Corrientes pueden dividirse en 
dos secciones; ya se les considere en los bosques 
ó en la llanura. Cúbrese esta de gramíneas y dfe 
multitud de otras plantas que forman en dI verano 
amanera de jardines naturales esmaltados de in- 
finita s flores. Los bosques ralos que forman los 
quebrachos ó espinillos, son de aspecto triste, y se 

(i). M. iVOrbigny, en la obra quo se me ación a al final 
de cata nota. 



ix 

desnudan completamente ríe su verdura en el in- 
vierna- Pera, los que crecen á las orillas de los 
ríos, son al contrario, espesos, elevados, entrete* 
jirlos de mil enredaderas variadas en la forma de 
sus hojas, y con llores de vivísimo color* Des* 
euellan también en estos bosques, las airosas pal- 
mus, cuyas copas remeda n grandes penachos, 
caídos en la tarde, y erguidos a la influencia de 
Jos primeros rayos de la mañano* 

Diversas especies dejuncos forman unes esteros 
inmensos que cubren, cuando mentís, la vigésima 
parte de la provincia* 

Las plantas gramíneas forman la base de fa 
vejetncion correntinn: proporcionan pastos ecsc- 
lentes cubriendo las suaves? colinas areniscas, la 
orilla de los bosques, y el suelo todo, en donde 
no lo impide la estrecha unión de los árboles; hni 
especies que crecen, aúna la sombra de los grupos 
de árboles mas tupidos, como el maíz y la caña* 
azúcar* 

Las plantas que se cultivan en Corrientes, y 
constituyen una parte muí principal de su comer- 
cio, son: el algodón, la caña dulce, el maíz, tres 
clases de mandioca, el maní, el tabaco, el enmem- 
da o poroto de varias especies, 6¿c r , &-c. ; sin 
contar la yerba-mate, ese té americano, cuyo uso 
se estiende desde nuestros líanos hasta las alturas 
del Perú* Abunda el índigo y el cactus ó tuna 
en que se cria la cochinilla* 

El bambú, 6 tacuara de los guaraní a, recto y 
elevado á veces hasta la altura de treinta pies, (1) 
adorna con sus ojas leves y graciosas las orillas 
del Paraná y de la laguna íbera. 

Entre las plantas de Corrientes, merece una 
mención especial, el maíz dd agua, & el irupé, (2) 
palabra guaraní que envuelve en parte la descrip- 
ción de esto vejeta!, Esta planta, sin duda de 
Jas mas bellas de la América meridional, se parece 
al nenúfar de Francia; pero es de dimensiones 
gigantescas. Figurémonos un espacio de un 



(í) Engrosa hasta tener peirf pulgadas d^ diainerto* 
,{S) Yj agua; rupé 7 plato grande* 

ai 



X 

cuarto de legan deiur'gp, y de algo mus de nncTió.^ 
cubierto de hojas circulares y flotantes sobre la 
superficie del agua, todas el has del diámetro de 
uno á dos met ros y guarnecidas db un borde le- 
vantado perpendiculanneute á la altura dedos- 
^pulgadas, á manera de un plato grande. Estas 
hojas, lisas por arriba, se dividen inferí orín ente 
«n una multitud de casillas regulares, llenas del 
aíre que las mantiene en la superficie del agua* 
El tallo, la parte inferior deles hojas y sus flores, 
están cubiertas de largas espinas: en medio de 
esta vasta llanura, y en proporción á las hojas;, 
brillan sus flores consistentes, de mas de un pie 
de ancho, ya color violeta, ya rosados, ya blanca», 
y todas exhalando un perfume delicioso. Estas 
flores producen una especie de fruto esférico que 
en su madure/ es del grandor de la cabeza de un 
aliño, y se cubre de unos granos redondos mui 
farinosos* 

La vegetación parasita es- abundante: los arbo- 
les corpulentos He las orillas de las aguas, y los 
ais lados en la campaña, se cubren de flores del 
aire, blancas y fragantes las unas, otras de fonnae- 
aereas y del color del o re*. 

Son muchos- los árboles que-crecen en el suelo- 
de Corrientes, para recreo ó para utilidad deh 
]iumbre¡ Atnas de las- airosas palmus de que 
hablamos en otro lugar,, se distinguen, el corpu- 
lento guapohú ? el iayí fia pucho), con sus hermo- 
sas ñores encendidas como la grana; el curupaí, 
de hojas leves y flores aereas que perfuman él 
ambiente; el ibahaí, tan crecido como el lapacho* 
y querido do los naturales del país por sus frutos 
dulces y tempranos, tan amarillos como el oro; y 
otros infinitos que tienen mil aplicaciones para 
-los usos de la vida, para el comercio, y para lu 
«u ración de diversas enfermedades. 



Ln rapidez conque escribimos estas notas, y el r 
objeto que nos proponemos en ellas* nos vedan el 
uso de los términos facultativos para denominan 



XI 

los objetos de la naturaleza: nos limitamos, á so- 
lo mencionará íiFgtmos de aquellos que tienen un 
Hombreen nuestra lengua ó en el idioma guaraní, 
^Iios naturales (dice Mr, D'Orbigny baldando de 
“bis indios de Corrientes j son buenos naturalistas 
‘'sin saberlo. Son tan observadores que el am- 
amal mas i n significa rite, tiene en la lengua del 
“país un nombre genérico y muchas -veces de es- 
tl |>ecie u (1). Es digno de notarse, que estos 
nombres, 6 describen el objeto, ó imitan el sonido 
que producen, 6 indician alguna de sus propensio- 
nes mas notables. 

&5Ín hablar de aquellos animales que son la 
principal riqueza de Corrientes, y se cuidan en 
grard^s rebaños, como las vacas y ovejas, Inri 
muchos otros de piel suave y hermosa, eslimádos 
en el comercio de peleterías, como el tigre, ani- 
mal feroz que se abriga en la maleza 6 pajonales 
de los ríos y de las lagunas. Los monos almila- 
dores 6 carayás que pueblan en bandas numerosas 
los bosques del Paraná, y cuya piel renegrida es 
muy hermosa; la quiyá 6 nutria tan conocida etí 
nuestros mercados; el ariguya~butu\ especie de to- 
po, de piel blanda y luciente como la seda, &c. 

El temible jabalí se reúne en tropas y ptiebhi 
los bosques en tanta abundancia, como el medro? 
fioánfibio llamado c np i v ara q ue cu b re la m a r ge u 
de los rins. El toqui íi oso hormiguero de forma 
y de costumbres exóticas se ve en los para ge s en 
qué abunda el insecto que le alimenta y le dá 
nombre. El ágil ciervo que cruza la llanura, es 
de varios especies, y cada una tiene su denomina- 
ción indíjehá, como, guazit-birá¡ guazu-t t, ' guazu- 

(1) La lengua guaraní se compone fínicamente Je mo- 
nosílabos, combinados con el arte necesario para expresar 
hasta las ideas abstractas. La uniqji de estas partículas 
diversamente comió nadas, forma las palabras, las cuales 
tienen toda la variedad necesaria, fri los hechos no de- 
mostrasen que la nación guaraní nunca formó un solo 
-cuerpo, a pesar de haber ocupado un vasto espacio, creería- ] 
jynop ene su idioma era el resultado ,de una civilización niui 
aventajada y do un espíritu ex traordinario á análisis. 

(D ; Orbignv; L ¿ homme nmericain T\ IL*pd«v 
2Ú9; París 1^39.) ■ ' 



XI! 

puru, &c. El agitará'g'iiaái o zorro colorado 
recorre también los campos cazando con no me- 
nos rapacidad y astucia que el zorro europeo. 

El yacaré 6 calman, que puede llamarse por su 
voracidad, el tigre ele las aguas: los largarlos y 
otra porción de reptiles, pintados de colores visto- 
sos, son muí abundantes en Corrientes* Algunos 
son venenosos, como la vivera de la cruz o Mboy- 
curuziii cuya mordedura trae inevitablemente la 
muerte a pesar de los muchos antídotos en que 
coi, lian los naturales. 

Entre los insectos, los hai herniosísimos á la 
vista; rivales de las flores, en cuyos cálices su 
alimentan, esconden con su existencia pasadera 
el misterioso destino que les impone el creador. 
La misma mano que puso en fns desiertos de 
Corrientes el vejeta! que contiene una agua pura 
y fresca, diseminó la nocturna taca-mua, insecto 
á cuya luz se puede leer en la noche mas densa. 

Hai unas abejas sin aguijen que depositan su 
aniel dulce y aromática en el hueco de los tron- 
cos, en panales de cera, también aromática; otras, 
como la chiri guana-, suspende sus colmenas á las 
ramas ele los árboles y las defiende con agudos 
aguijones* 

“Ño se puede dar mayor variedad de aves que 
la que se nota en Corrientes, dice el citado natu- 
ralista* Allí el hombre, ni aun en el desierto 
puede estar foütuiio. Mediante el diá, alegra al 
viagero la melodía de los bosques; en la noche le 
inspiran melancolía con sus silbos, los pájaros 
nocturnos.'* 

Las aves de rapiña son numerosas proporcio- 
nalmente, y de muchas especies* Las unas, cu- 
bren taciturnas las orillas de los bañados despo- 
blados;. las otras, como el halcón, se aproximan 
con vuelo rápido k las habitaciones del hombre. 

Los carnearás viven á esprensas del cultivador,' 
el ñacurutú interrumpe el sueño del viagero, aun 
en el seno de los lugares mas agrestes. 

Las pías chillonas, pueblan las orillas de los 
boques. Los jáculos melodiosas anidan en los ar- 
bustos o eu ios bosques poco elevados. En lo» 



xm 

lasques* en los filióles nielados; en los mal escales, 
tin los sembrador, en In campana abierta, por to- 
do el suelo de Corrientes, se ove el canto varia- 
do de mi! aves vestidas de los plumages mas h ér- 
enosos^ 

La aves de mayor estatura son: el nandú, 6 
avestruz americano; el y abir ú, cuyo cuello es ro- 
jo y sin plumas, y parece k la distancia, en la pla- 
ya de los ríos, un judio que pesca; y el tuyuyú, de 
cabeza negra y de cinco pies de altura* 

Ha i otras infinitas cuyas costumbres y forma 
son dignas de un estudio particular. 



La ciudad de Corrientes está situada en esa 
ángulo notable y único que forma el Paraná en la 
latitud sur de 27 0 18% al confluir con el Rio Pa- 
raguay* 

A pocas leguas bacía el Norte, tiene la embo- 
cadura del Bermejo* uno de los pocos ríos del 
Gran Chaco* Cuando e?te rio se navegue, será 
aquella ciudad el principal mercado de ios pro- 
ductos de i a parte norte de la República argentina. 

Antes delaño J5S8, en que llegaron los prime- 
ros pobladores, el lugar en que hoi está Corrien- 
tes se de m>mi nidia por ios naturales Tarogüi, por 
la abundancia de lagartos que allí había. Con- 
serva aun este nombre, y los indios no dicen; va- 
mos a Corrientes: sino ya-ltá , Taragúi-pe, “vamos 
al Lagarto. 4í 

La planta de la ciudad es irregular, a pesar de 
las .esfuerzos que lia hecho su actual gobernador 
para que las .calles sean rectas* El ano 1827, 
comisionó el Sr* Ferró á un ingeniero francés 
para que proyectase un sistema de delincaciones* 
“H e visto, dice Mr. D'Qrbighy, empezar la eje- 
“cticion de este proyecto. Esperamos que el 
“ejemplo de aquel digno gobernador, será segui- 
do por sus sucesores en el mando, y que Cor- 
orientes al adelantar de día en día en otros res- 
pectos, será también una de ías^ciudades mas 
fi ‘regu lares de la República Argentina/ 4 



\]v 

El lado que da sobre e) rio es el mas irregular; 
pero el mas pinto resto), Una multitud de ensena* 
das areniscas ofrecen otros tantos puertos llanos 
siempre de pequeñas embarcaciones* La boca 
del arroyo Santa Rosa, es el puerto principal del 
comercio exirangern: til li es la mayor afluencia 
de marineros* y el lugar donde se ven apiladas 
las maderas» postes y tablazón que se exporta pa~ 
ra las demas provincias. Este punto puede con- 
siderarse corno un barrio distinto del resto de la 
ciudad* 

No bni método en el sistema de edificación* 
Las casos son desiguales en la altura y en su ali- 
neamiento; unas son de azotea, otras techadas 
con troncos páitidosde corondais, con paja ó con 
teja. Casi todas las casas tienen un corredor al 
estertor que defiende de los rayos del sol y de la 
lluvia. , 

Corrientes tiene dos plazas, la mayor, y la pia- 
dla que s’rve de mercado. La primera contiene, 
el cabildo, hoi casa de representantes, de admi- 
nistración de justicia y cárcel publica; la entra- 
da a! convento de Ju Merced, .cuya iglesia es Ja 
mejor de la ciudad; el costado de^la iglesia Ma^ 
triz, y una gran torre aislada de piedra que ocu- 
pa uno de los Angulos de Ja plaza. 

A mas de estas dos iglesias ha i la de la Cruz y 
la de San Francisca . La primera posee un signo 
de Ja pasión, cuya milagrosa historia está ligada- 
ala del pueblo de Corrientes desde Jos primeros 
tiempos de su fundación. 

La ciudad poseia otros monumentos bajo el ré- 
gimen jesuilico; pero fueron arruinados por Jos 
españoles después de la espulsíon de aquel céle- 
bre cuerpo religioso. El Sr. gobernador Ferré, 
ha edificado la actual casa de gobierno con los 
materiales que existían enterrados en la ruinas 
del colegio de jesuítas. En este edificio nuevo, 
está la aduana y la oficina de hacienda. 

No tenemos datos fijos sobre la población de 1 
esta ciudad* Mr, D*Orbiguy la ha avaluado eiU 
8000 almas, el año 1828* Suponiendo que el 
Sr* Azara, hubiera estado allí en 1*800, resultaría 



XV 

duplicada lo población en el espacio de poco maá- 
de un cu orto de siglo (I). 

Los habitantes de Corrientes se gubdividen, en 
indios, en descendientes de españoles, en negros, 
y en mestizos de estas tres razas: los negros y los 
mulatos son escasos* La mezcla de estos últimos 
con los indios guaranís, produce una herniosa ra- 
za. La guaraní, observa Mr. D^Orbígny, se me- 
jora siempre cruzándose con cualquiera otra, lo 
que no sucede con todas las razas indígenas; la 
quichua la aimarái por ejemplo, al mezclarse con 
el tipo español, producen individuos menos per- 
fectos que este. 

Los correntinos tienen el cabello muy negro y 
lacio; ia cara llena y redonda; los ojos negros, vi- 
vos é inteligentes: la nariz poco desenvuelta k 
veces, pero de forma regular; la boca graciosa al 
sonreír; la estatura aita; el cuerpo bien formado 
y airoso en sus movimientos. La clase rica, que 
ocupa los primeros destinos deí país, puede com- 
pararse por sus usos y amenidad de maneras, con 
los habitantes de Buenos Aires (2). 

Las mugeres de Corrientes son muy laboriosas; 
tejen el algodón dándole diversas formas; son há- 
biles en el bordado blanco y en lo que 1 ha man 
cribos, que es el adorno favorito de la ropa blanca 
en las personas de ambos secsos; los cigarros, el 
dulce, las masas y todas las demás faenas de este 
genero, son hechas por las mugeres ó bajo sn di- 
rección. Salen mui poco de sus casas; siempre 
contraídas á sus ocupaciones domésticas, dejan ni 
cuidado de las hijas y señoritas tiernas, el recibir 
á las visitas y obsequiarlas. 

En Corrientes no se ocupan los hombres en 
vender por las calles, los artículos de mas fre- 
cuente consumo. Este es empico esclusivo de 



( 1 ) Voyage dans lK$m crique Meridional^ T* 2 , p, 332 * 
En esta obra solp huí cinco runglcmes consagrados d. la dcs-t 
c ripió ion de Corrientes, Sin embargo, ha sido basta lioi la 
ñmen obra digna dé consultarse sobre nuestros países. Mr. 
ITOrbigny hace una verdadera revelación al publicar &u£ 
yiages. 

(2) D'Ürbigny, olí* cit. 



x\i 

las muchachas del pueblo* Láscalles tj¡ e Conde ti* 
tes, so ven llenas de estas vendedoras de mentí > 
déo, cargados de pan, de frutas y legumbres. 
Estas muchachas m> carecen tío gracia cuando 
sostienen en la cabeza una cesta redonda cargada 
de aquellos productos, ó el cántaro lleno del agua 
deliciosa del Paraná. 

Por último en esta ciudad feliz, las costumbres 
son patriarcales; las pasiones de la civilización 
refinada, no alteran todavía la paz de aquellos 
ánimos inocentes y sin sueños de grandeza ni de 
ambición. El extranjero en Corrientes se juzga 
en el seno de una familia numerosa. La guerra 
déla revolución argentina había respetado á ésta 
provincia. Estaba escogida para entrar en la 
contienda doméstica defendiendo poderosamente 
]a buena cuuaa. Por esto los amigos de la liber- 
tad amamos á Corrientes: pnr eso la consagramos 
estas líneas, y la deseamos todo género de pros- 
peridad y de dicha. 



El comercio de Corrientes, dice Mr. LbOrbr- 
gny, es de bastante consideración; y aquella ciu- 
dad, situada en la confluencia del Paraguay y 
Paraná, será una plaza de mucha importancia 
cuando se abran los puertos del Paraguay; cuan- 
do se establezca la navegación del Rio Bermejo; 
cuando las ricas orillas del Pararía, empíezen á 
poblarse mas arriba de su confluencia con el Ptw 
rag-uay. Entonces será Corrientes el deposito 
general de las mercancías europeas destinadas b 4 
comercio de la América Austral. El arroyuelo 
de Santa Rosa y la multitud de pequeñas ensena- 
das de la costa, formarán un eseelente puerto 
que permita atracar sin peligro, aun á grandes 
embarcaciones, puesto que, buques de doscientas 
toneladas pueden subir el Paraná en la época de 
sus crecientes. La mayor parte de los que hacen 
esta navegación se construyen en Corrientes, en 
donde ha i buenos astilleros, y la madera está á la 
mano, porque no hai mas que escogería á las mar- 



XVÜ 

genes ct ei Paraná, Las amarras sé hacen gene- 
raímente de una enredadera que crece en el Pa- 
raguay, en Misiones, y en todos los países cáli- 
dos de la America Meridional llamada piasábüh 
Es negra y un pudre bajo el agua, aunque 
no es tan consistente como el cáñamo. 

Los productos comerciales, debidos ai reino ve- 
getal, son los siguientes í 

La madera del Timbó, que se divide en tablo- 
nes para pisos y para embarcaciones menores^ 
El Lapacho que Punca se pudre, y es preferido 
para edificar por esta razón. El quebracho y el 
espinilla son eeselentes maderas con vetas de co- 
lores mui vivos. La comente del Paraná arras- 
tra la madera que los habitantes llaman cedro 
pnr el buen olor que despide, aunque no es el 
cedro europeo. El timbó, el lapacho, la palma, 
los hambus ó tacuaras, ¿be,, forman uu ramo im- 
portante de esportacion* 

Mas arriba hemos hablado de los productos ve- 
getales, que contribuyen á la riqueza de Corrien- 
tes y se obtienen por medio del cultivo, como la 
caña dulce, el tabaco, &>e. 

El algodón es de mui buena calidad, y propor- 
ciona bulo el bdo que piden las necesidades del 
país; de este hilo »e hacen lirios tegidos particula- 
res, para la ropa interior de ambos sexos, y tos 
famosos pañas de manas bordados cuyo precio es 
á veces de cien pesos fuertes. Estos paños y los 
ponchos de algodón, casi impermeables por la 
unidad de su traína, son los únicos te g i dos que se 
espertan de Corrientes. 

II ai en esta provincia, gran numero de plantas 
y de cortezas de árboles, conque tiñen las muje- 
res el algodón y la lana, dándoles colores mui 
vivos y mui firmes. 



Ocho vacas y un toro* pertenecientes á una po- 
blación española en las inmediaciones ele la isla 
de Santa Catalina, destruida por los portugueses 
en 1555, pasaron por tierra al Paraguay; estusr 



XVMI 

tacas, según la trudicion, C] ue hasta el nombre cW 
su pastor Cuete ha conservado, son el origen de 
esa multitud de ganados que pueblan nuestros 
campos y constituyen su principal riqueza (I). 

Corrientes rio es una escepcion en este punco. 
La parte meridional de esta provincia, está, cu- 
bierta de estancias (pie producen una gran canti- 
dad de cueros vacunos. Pe estos* unos- se espar- 
tan secos y otros curtidos 6 reducidos a suelas de 
tan buena calidad que rivalizan con las europeas. 
La suela se curte con la hoja de la mimosa* lla- 
mada atn/püíj y con la del laurel, que crecen á la 
orilla de los bosques del Paraná. 

Las ovejas de Corrientes dan una lana de mui 
superior calidad, sin abrojo ni carretilla (2), Es 
de esperar, que los carneros merinos introducidos 
en Corrientes antes del año 1829, hayan produci- 
do ya una mejora considerable cu la lana indi- 
ge;. a. , 

Corrientes esporas otras peleterías de menos 
importancia que el cuero vacuno. Tales son los 
de mono carayá, sedosos y renegridos como los 
de la marta europea. El comercio de pieles de 
nutria (qitrytt) es mui lucrativo; estas pieles se 
compran allí á los Tobas del Chaco, en tanta 
abundancia que en los seis primeros meses del 
ano J828j.se compraron 150000 docenas, á razón 
de mas de tres pesos duros por docena. 

Consiste, pues, el comercio de es portación de 
Corrientes, ett maderas,, palmas; en maiz, maní, 
miel de caña y tabuco;, en cueros de vaca, suelas 
y pelete ri as de animales silvestres. 



La mayor parte de las noticias que forman es- 
ta nota, son tomadas de la obra que publica ac- 
tualmente el naturalista Mr, JV. ILOrbiguy, con 

(1 ) Rui Diafc de Guarnan, Hist, Arg. líb. II. cap. XV, 
—.Funes, Ensayo llist. etc T 1 ♦ 0 p. 153. 

(2J AbrujíUo circular y plano que desmejora mucho la 
Juna de algunas partes tic la provincia do Buenos Aires* 
Lo produce la planta llamada trébol. 



■ xix 

«ste título: “Vinge á la América Meridional f Bra- 
sil, República Oriental del Uruguay, Pat agonía, 
“República Argentina, República de Chile, Re- 
pública del Perú, República de Boiivia^ me- 
“(liante los años 1820, 27, 28, 29, 30, 31, 32 y 33, 
VParU I83íi, i n foL“ El primer volumen es eji 
gran parte lu reí ación tic su vi age á Corrientes, 
por los años 27 y 28- Se ve que el autor ha ob- 
servado detenidamente la naturaleza, sus costum- 
bres, su comercio áte. Personas que conocen 
aquella provincia aseguran que la obra de Mr* 
D*Oj bigny es mui exacta en general y especial- 
mente en la parte geológica y zoológica. En el 
atlas que la acompaña ha i algunas vistas, cuadros 
de costumbres, y ut a carta geográfica de la pro- 
vincia* Esta es la primera carta especial que m 
haya publicado de aquel territorio, é ilustra par- 
te de su topografía, tan plagada de errores hasta 
í a fecha. Sin embargo esta carta solo es exacta 
en la parte Norte del len itorio correwtino- Des- 
de aquí hasta el Miriñay, y del Miriñay hasta el 
Uruguay, dejan mucho que desear los trabajos de 
los Síes, Parohappe y D 4 Orbigny, 

Este último, con la publicación de sus vinges, 
presta un gran servicio á la ciencia y á los inte- 
reses de Jos americanos del Sur, cuyos países son 
tan desconocidos- Toca a ios argentinos y orien- 
tales, el difundir por medio de una traducción 
cuidada y circunspecta, la parte de esta obra que 
tiene relación cou sus repúblicas respectivas. 

Por lo que hace {\ nosotros, estamos di puestos 
á poner en español la parte del vi age de Mr, 
D £ Orbigny que corresponde á Corrientes, ftJ^No 
hai servicio que no merezca hoi la provincia de 
Corrientes de todos los amigos de la libertad ar- 
gentina. *¿j¡ 



LIGíEKA reseña de algunos 



ANIMALES, REPTILES, AVES, AR- 
BOLES, Y FRUTOS SILVESTRES fifi 
LA PROVINCIA DE CORRIENTES, 
CON SUS NOMBRES GUARANIS, Y 
ALGUNAS EXPLICACIONES, 






arboles, plantas, &c. 

Abati«=El raaiz. 

Amandiyurá=™[IpomíBa] amandiyü, algodón; ra f 
parecido: planta semejante al algodón- Han* 
ta arbusto, mui bella, de flores rosadas* 

And ira-cic 0 **=» L rb a- cu chi tío ; cortadera* 

A r uc hi e hu«=U n a especie de mirto frutal* 
Arasaw*rG uy aba, 

Bacnya— Una especie de palma* (Véase la nota 
especial sobre estos árboles)* 
Camanibü=[Pianta rastrera]? fruto amarillo y 
dulce, 

CiÍraguatá=[Cardo,] Pertenece al género blan- 
dí se o de los botánicos; planta espinosa, de 
hoja ancha, que contiene - el agua de las llu- 
vias: esta planta es benéfica al vingero en los 
desiertos abrasadores de Corrientes, 

C i h i=e» Pi mié ti to colorado* 

Cu rupaí«? Arbol de hojas leves y flores fragantes, 
Su corteza sirve para curtir, calidad que lo 
hace mui estimado en Corrientes. 
Curupicahi™i[Aibol]. Sus hojas curan el ardor 
causado por el diente ó el aguijón de los in* 
sectos venenosos* 

Curupipí 6 m u n dacn^EZa pallo» 
Ebotiuerambü»=Sensitiba, vergonzosa, crece 4 
las orillas del Paraná, de cinco aséis pies de 
alto; rumas espinosas, flores rosadas. 



xxi 

Iba-pittf íVutu]=EFruti> de la palma Pindof 

a liarán jado, grande como una aceituna, dulce 
como miel. 

lba-pohi=Fspecie de h ¡ güera que da un fruto 
mui estimado de Jos nal uralcs del país; pero 
no mui agradable para el exir aligero. 

Iba-hni=™Fruta de un hermoso color amarillo, de 
gusto acerbo y fuerte* 

Iba-poli i** Planta enredadera, que ciñe los tron- 
ces de las palmus* “Si estos lugares deseo* 
nocidos de América, tuvieran sus poetas (di- 
ce Mr* D^Orbigny) compararían al Jhnpohl 
con nuestra yedra, y verían en él el símbolo 
de ta unión mus sincera. “ 

Jbu-poru=™Fruto negro, del tamaño de un pulgar. 

Ibü-viyu=Fnito agri dulce, color violeta, del 
tamaño de úna guinda* 

Iba-Virá^=Frutfi dulce de color verde. 

I b o p jé™ A I ga r r i p bo ' [mito osa ] * 

Iri i p6«En redoliera. Nombre genérico de estas 
plantas. 

Jsipoa™* Fruto lácteo y agradable. 

M and i and ioc a. La hai de tres especies : 

mandtofii que se come asada ó cocida, seme- 
jante en el gusto á Ja castaña. Mandio baehari , 
es la mas grande, y seria venenosa usada co- 
mo la anterior: de esta se hace la harina. 
Hundió popori ó colorada, que se prepara de 
todas maneras. 

JUbu'rucuy&sáGrahndiHft o pasionaria £dá la fru- 
ta que lleva el mismo nombre. 

Ñanga pírí -«Fruto parecido á la guinda en el 
gusto y en el color* 

Nangápirí -pon i*» Especie enana de la anterior* 

Fias aba lí=íEspecie de arum trepador de cuyas 
raicea y corteza se' fabrican amarras para 
buques. 

PiowíPlanta parecida a la mandioca. 

Tacuara*5»Iíambü* Caña espinosa; las" hai de 
30 pies de altura y seis ] ulgr.das de diámetro; 
algunas valen hasta un peso fuerte. 

Tactia-rehe«»Caña dulce* 

Taeuaríw^Caña que sirve para techos* 



xxii 

Timhp*nA rbol doJ genero acacia t cíe forma re" 
dunda y rom age aereo* 

Tayé=Lnpaclio. Arbol mui corpulento, abun- 
dante á las orillas del Paraná. Se cubre de 
flores coloradas antes de echar las ojas* 
Tutiü*™Piüi]ta espinosa, fruto colorado de toda 
estación. 

XJviráüasPLimta tlcl género bromeíia , parecida al 
ananás' de sus hojas se hacen lulos y cordeles* 
Uryverá=Cnña que sirve para techados, 

Yutay poñi=Yatny enano, en todo parecida á la 
palma de este nombre, pero solo del alto de 
una vara. 

Yttí=BatEita dulce, 

Ynipéa«Majz del agua, ó plato grande del agua; 
y, agua; iüp( t plato grande* 

ANIMALES Y REPTILES* 

Aguará-guazÚH=s[ Canis jubatus, Cuy* ] Zorro 
grande, 6 lobo colorado de América con 
crin negra; animal de la llanura, ágil como 
un perdiguero, 

Anguyn-gua7,íj.'==*5“[/Zf//rt grande]* Especie nue- 
va para los naturalistas, colorada y blanca, 
la mas temible en los pía Litios de caña dulce* 
Auguya-tutueraEspecie de rata, cuya piel es lus- 
trosa y suave. 

Guazu*ti¡^[ CYmis camgcstris]* Vive en la cam- 
pana abierta. 

Guazú-pueu=Ei mayor de los ciervos de Cor- 
rientes; frecuenta los bañados solitarios. 

G uazu-bir á==[Ckrt?«5 nemorivagm , Feo, Cuv,] 
Guazu-pitát=»Ciervo* Este y el anterior, andan 
en manadas, en los bosques, ó entre las ma- 
tas y malezas. 

Mboi curuzé=®VLvora de la cruz. La mas ve- 
nenosa que se conoce en Corrientes* 
Qmyk^zNyopütcimus coi/pus : Nutria, llata acuá- 
tica de los desiertos, 

Taragüi==aLagarto. 

Y acaré&=-C ai m a ti. 

YaguaretÓ 2 s=Tigrc* 



XXUL 

Yoquj=Oso hormiguero- 
aves. 

Auhing8*=Pájaro serpiente: se liorna asi por lo 
largo y fl cesible de su cuello y pequenez de 
la cabeza: vive de pescado y se le vé siem- 
pre en los arbolea de las millas de los ríos* 
Cucu-pia ye.=!-[ Cuculus cay antis, Gmel.] Piaye , 
brujo, hechicero; cola hermosa de color cas- 
taño salpicado de pintas blancas. 

Curuca [ Trogon curucui, I/.]?™De colores, ver- 
de metálico y rojo; vive en lo escondido de 
los bosques* tiene un grito monótono que pa- 
rece un quejido, por lo que dicen ios indios 
guara nía* que llora din y noche. 
Oaía^^[Macrácicus macaos Vieill; Psiltacus lim- 
eño Gmel.] Ave de hermosas colores, 
Inambu guRzíi'=»Perdiz grande, 
Ipe-gimzu=ss[Aí7Scr wwsckata, Lix.] Pato real, 
Kandú= Avestruz de América. 

Tuyuyú ó JabirLn=[Myctena americano, Lin.] 
" Cuello rojo, cuerpo blanco; gigante cutre las 
aves de rivera* 

.Yacu-liu==j[Penélope oscura, Illiger]. Pava deí 
monte. 



il Y los caballos que montan 
Con sus colores señalan, “ 

A pesar del uso frecuente y de la importancia 
que tiene el caballo en estas regiones de América, 
nn se le ha estudiado hasta ahora: cuanto se lu- 
ciera á este respecto sería enteramente nuevo. 
Nuestro caballo es muy diferente de su tipo ori- 
ginario, y varia de calidad y de tamaño por in- 
fluencias casi imperceptibles, Pn la provincia de 
Buenos Aires se conocen á primera vista los que 
son de la porte de! sur o de la del norte. Los del 
sur son goliardos y corpulentos, en particular los 
que se crian en el parage llamado Montes Grandes. 

No sabemos si el color del caballo puede tener 
alguna relación con sus buenas ó malas eualída-